ORDEN NATURAL
Más sobre la familia
Mientras más empeño haya por demoler bases que deben ser incólumes para la humanidad, y de estabilidad para la sociedad humana, más valor debemos tener para impedir esos vandálicos propósitos. Como la institución familiar, organizada según el orden natural, es baluarte de sociedades en las que se mantienen milenariamente principios culturales y religiosos, con referencia a Dios, Creador y Ordenador de los humanos, aquellos de todos los tiempos a quienes esa divina presencia es fastidiosa, ciegamente quisieran hacer desaparecer esa bendecida institución, pues allí se cultivan esos valores. Mientras ellos luchan porque desaparezca la auténtica familia, otros, convencidos de su primordial importancia, lucharemos más ahincadamente, en su defensa, “con oportunidad o sin ella”. (II Tim. 4,2).
No se escatiman calificativos insultantes hacia los defensores de valores como el de la familia debidamente constituida, como lo hace en lugar destacado, en El Tiempo (05-09-14), un señor Ricardo Silva, quien sindica de “infierno católico, machista y lerdo” a un país como Colombia, en donde estamos quienes luchamos por defender hogares como el de nuestros padres, y no aceptamos sean asimilados a otros montados sobre anormales bases. Ese señor, como otros que buscan una “Colombia diversa” (Albarracín, El Tiempo 31-08-14) quisiera ese“avance”, de asimilar unos y otros hogares, justificado por ostentada situación de ministras y congresistas inmersas en esa vida marital, para llevarnos a “un país menos tarado”. Qué epítetos nos dan a las mayorías que defendemos hogares, como los de nuestros padres, dignos para hijos propios y adoptivos. Qué tal que similares señalamientos diéramos a las minorías que ellos defienden, y que, solo tímidamente, les decimos que les devolvemos esos epítetos insultantes, merecidos por las situaciones que ellos quieren crear al sepultar nuestras dignas tradiciones.
Pero, volviendo a cuanto esos “progresistas” demoledores quisieran avanzar, que sí sería algo primitivo y “tarado”, lo sensato es que sigamos aferrados, con arraigo cristiano y en unidad de tantas respetables religiones, afirmando que cuando se respeta el orden natural en relación con la familia, cuando se respeta cuanto milenarias culturas y universales principios religiosos, reclaman en su constitución, tenemos algo considerado, como “célula primera de la sociedad”. Familia, así constituida, por un varón y una mujer que se aman y complementan con sus dotes características y engendran unos hijos a quienes cuidan y forman para servicio de la comunidad humana, son ellas sí “escuela de virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan” (Ed. M. 3).
Admirable, lo hecho por la Iglesia Católica, al dedicar innumerables páginas para destacar la trascendencia tan grande que ha tenido y debe tener una auténtica familia, no con papel “inquisidor” sino de construir y reconstruir, debidamente la sociedad. Es que el propio Jesucristo rescató para sus fieles seguidores de ciertas condescendencias, ellas sí del Antiguo Testamento, dadas por Moisés por la “dureza de sus corazones” (Mt. 19,8). A esas permisiones, y más graves, de épocas primitivas, es a las que nos quisieran llevar los destructores de hogares que estiman con bases “taradas”, pero que son salvíficas, que señalara el Rabí de Galilea. Precioso el documento “La Iglesia ante el Cambio” del Episcopado Colombiano (1969), que sintetiza enseñanzas del Concilio Vaticano II. Admirable, también, la Exhortación “Familiaris Consortio” al señalar las familias, fundadas en el orden natural, como ambiente insustituible para los niños, protegidos desde el vientre materno y en infancia y adolescencia (n.26). Es esta la que con amor al mundo y a Colombia, no con mentes “taradas”, seguiremos defendiendo a capa y espada.
*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.