Acudiendo a la “Reina de Colombia”
Comentario anterior sobre “Devoción con raíces profundas” (01-05-14), relacionado con María Santísima,“la madre de Jesús” (Hech 1,14), lo concluíamos resaltando cómo se le honra, y se acude a su intercesión en tantos lugares del mundo. Comentábamos cómo han motivado ese culto distinto de sus bien comprobadas apariciones, en cuyos lugares se siente su presencia con tantas gracias a favor de sus devotos. En Colombia, esta Madre bendita no ha sido extraña para quienes la invocan, y tenemos, por ello, gran santuario en su honor en Chiquinquirá bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Tomó pie esta advocación en la renovación milagrosa de un cuadro pintado por Alfonso Narváez (1555), como respuesta a piadosa y confiada devoción expresada, ante él, por la señora María Ramos.
Cuenta la historia que el devoto señor Antonio de Santana, alcalde de Sutamerchán, al no existir en la región un buen cuadro de la Virgen contrató al ya mencionado pintor hacerle uno de la Virgen del Rosario, y que colocara al lado de ella a San Antonio, su patrono, y a San Andrés por ser santo de su especial devoción. El cuadro recibió honor en aquella población, pero en veinte años se fue deteriorando, y la imagen poco se distinguía. Al trasladarse el Sr. Santana a Chiquinquirá, se llevó el lienzo, pero, al no destacarse ya la imagen de la Virgen, lo destinó a secar granos. Es el momento en que María Ramos, al percatarse del destino irreverente dado a ese lienzo en el que se honraba la Virgen, consiguió que le permitieran colocarlo en la pared de su casa para invocar ante él a la Reina del cielo.
Vino luego epidemia, en esa región boyacense, y, al congregarse las gentes en torno del deteriorado cuadro, e invocar con fe y devoción a la Virgen allí representada, un día, de improviso, ante una indiecita que oraba fervorosa y que llevaba en brazos una pequeña hija, ésta comenzó a gritar “¡mamá, mire, mamá linda¡”, pues el cuadro despedía rayos de luz y la pintura se había renovado (26-12-1586). Ante el prodigio comienza a acudir gente que oraba ante la imagen milagrosamente renovada, y se inicia creciente devoción que recibe aprobación eclesiástica hasta llegar a tener grandioso santuario, y millares de peregrinos que acuden, constantemente, a venerarla.
Toda Colombia, representada por sus obispos, millares de fieles y el Presidente de la República, fervoroso devoto de la Virgen, don Marco Fidel Suárez, le rindió solemne homenaje (09-07-1919) y se le proclamó como “Reina de Colombia”. El Papa Pío IX autorizó su solemnidad, y San Juan Pablo II, en visita a nuestra Patria en 1986, cuarto centenario de la renovación, y de su milagrosa conservación en buenas condiciones, oró ante esta imagen por nuestra Nación, en la que la inmensa mayoría de habitantes seguimos invocando la protección de esta Madre bendita.
A esta Reina celeste acudimos desde esta Patria, pidiéndole que vivamos gozosos a la luz del Evangelio de su divino Hijo, que no se aprueben leyes que conculquen ese salvador mensaje, que nos lleve Ella hacia la paz que todos anhelamos por caminos de reconciliación pero con dignidad y sin claudicar ante exigencias que nos hundan en situaciones aún peores que las actuales. En este día en el cual debemos cumplir con el sagrado deber de votar en elecciones presidenciales, pedimos a Ella sea elegido alguien que no le dé pena invocar al cielo la paz, que tenga miras claras en beneficio del país, que dé pasos seguros hacia la paz, con líneas del todo decorosas, que exija real arrepentimiento a quienes han cometido crímenes, aproveche lo aprovechable de cuanto se ha dialogado en el proceso que se ha tenido, y, de la mano de Dios y de la Virgen lleve muy adelante al pueblo colombiano.
*Presideante del Tribunal Ecco. Nacional