MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Abril de 2014

Cómo cumplirle a Colombia

 

Después  de las saludables reflexiones en torno de la Pascua, en las que profundizamos en nuestros deberes ante las bondades divinas, hemos de meditar en cuanto la fe y el amor patrio nos exigen para cumplirle a Colombia en sus decisiones de futuro. Los creyentes tenemos un ideario que nos muestra el camino seguro hacia el más allá, pero ese caminar no es de espaldas a las realidades que nos rodean en nuestro peregrinar terreno, sino que nos lleva a asumir las responsabilidades que esto implica, en lo personal y comunitario. Es cómo lograremos la llegada a la meta final. La fe, y la práctica de ella, no nos distancian de los deberes como ciudadanos, en cuanto a  caridad, y justicia, ni de los compromisos en lo social y en lo político.  

Cuando estamos ad portas de nuevas elecciones es preciso dar un grito a cumplir con la Patria, con llamado a la sensatez, para sacar a tantos del abstencionismo irresponsable, y reclamar a los votantes que lo hagan como fruto de inteligente y serena reflexión, como contribución al verdadero bien de la Nación, y no por simples simpatías o búsqueda de beneficios personales o partidistas.

Refiriéndose a esos compromisos sagrados que tenemos los cristianos, el documento del Vaticano II sobre los Laicos así se expresa: “En el amor a la Patria, y en el fiel cumplimiento de los deberes civiles, siéntanse obligados los católicos a promover el genuino bien común, y hagan valer así el peso de su opinión para que el poder político se ejerza con justicia, y que las leyes y preceptos morales respondan a ese bien común” (n.14). Es frente a esas ponderadas enseñanzas, frente al verdadero bien general del país y no ante intereses creados o en busca de adquirir poder o perpetuarse en él, como deben tomarse las decisiones, y, según las posiciones de los elegibles, y, así, ver a quien se apoya. Es con debate de ideas y sobre medidas realmente salvadoras de la Patria en sus crisis, como educación, salud, industria y justicia, a donde debe apuntar el apoyo del voto que se dé con verdadero amor patrio.

No es contribución a ese bien general centrar las discusiones con señalamiento de apátridas, o enemigos de valores por todos defendidos, como el de la paz, a quienes no estén de acuerdo con los pasos que sin consulta a la opinión pública se estén dando, y no suficientemente explicados. No es contribución al bien general  descalificar a quienes manifiesten inconformidad con mansa aceptación en un proceso de paz  del estilo arrogante e impenitente de parte de quienes han promovido la violencia, y dentro de desesperante lentitud, que pone en duda  llegar a reales soluciones.

Toca afrontar este punto que se ha convertido en central en la presente campaña, con distracción de ofrecimiento serio y efectivo de solución a los grandes problemas del país. Frente a él es de preguntar si de verdad el bien general pide que se logre la paz, “ahora o nunca”, con una posición cautiva, plegada manifiestamente a lo que quieren imponer quienes han enarbolado por décadas el “derecho a la rebelión”, que siguen pregonando sin muestras de verdadero arrepentimiento de sus crímenes y más bien ufanándose de ellos. La respuesta no aparece clara. Hay, por ello razones de grande peso para poner en duda dar voto de confianza a quienes nos quieren llevar, sea como sea, a una paz viciada por falta de cimientos sólidos y pactada con concesiones que pueden llevar a situaciones infinitamente peores que las que hemos tenido.

Poner el fiel de la balanza, a conciencia, exigir a todos irreversible propósito de no volver al crimen y a la violencia, y a no ostentarlos como hechos gloriosos. Dar el voto por quien creamos pueda poner un debido rumbo a decisiones que, sin perder avances valederos que se hayan logrado, lleven a verdadera paz. Así estaremos cumpliéndole a Colombia con sentido cristiano y patriótico.

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco.Nacional