De lo que no se habla
De las cosas trágicas, de los escándalos, de los crímenes, de reuniones y planes de maldad, de las fallas de los demás, todo el mundo habla y a toda hora. De los buenos ejemplos recibidos, del desprendimiento y generosidad a favor del prójimo, de las vidas silenciosamente consumidas en favor de la familia o de la comunidad, de reuniones con temas de cultivo del bien poco a nada se habla. Hablemos de esto último.
Gracias a Dios se dan casos ejemplares de honestidad y honradez, como el de quien encuentra dinero o un objeto precioso dejado abandonado distraídamente por alguien, y no se apropia de él, sino que, con gran diligencia, busca al dueño, para que recupere lo suyo. Poco se destacan estos hechos, y no faltan quienes lo señalen como “solemne tontería”.
Se han tenido, en diversos ambientes, servidores públicos sacrificados, con las manos limpias, que llegaron a cargos públicos pobres y han salido de ellos aún más pobres, algunos hasta descalificados, como don Marco Fidel Suárez, por tener que solicitar en su penuria anticipo de la mediana retribución, como Presidente. De estos testimonios qué poco se habla, en tanto que del enriquecimiento ilícito de muchos, del abuso de los dineros públicos para campañas personalistas, hay amplios comentarios, lamentablemente sin rotundo rechazo y cómplice connivencia.
Se trabaja asidua y sacrificadamente en numerosas parroquias, en Colombia y en muchos países, en la siembra diaria de principios cristianos, bajo la orientación de la verdadera Iglesia del divino Nazareno, en campañas p.e. de Nueva Evangelización, pero de esto poco o nada se destaca. Sí se da despliegue y dura crítica, a los cuatro vientos, si alguno de sus dirigentes falla, actitud criticada gráficamente por el apreciado Papa Francisco, quien compara ese actuar a la pronta constatación cuando un árbol cae mientras ninguna atención se da a los millares que permanecen en pie. Son aquellas realizaciones poco o nada destacadas en medios de comunicación, y en el comentario diario de las gentes, dando cabida, a veces desbordada, a cuanto vaya contra tan positivos esfuerzos de bien.
Hay múltiples encuentros de reflexión con miras a la vivencia de sanos principios, con la más excelente contribución al bien de la sociedad humana, organizados por buenos orientados movimientos de espiritualidad, como el de “Los Focolares” u “Obra de María”, algunos de ellos con millares de participantes o con personal cualificado como obispos de los diversos continentes. Pero de esas jornadas, tan importantes y fructuosas, qué poco se comenta para dar espacio a cuanto sea fruto de reuniones en las que se trata con desdén de los valores del espíritu.
Hay infinidad de obras en la línea de la educación y de la beneficencia, sostenidas con cálida bondad y con estrechos presupuestos, con gran entrega y sacrificio de sus directivos, con desconocimiento de las autoridades. En tanto derrochan en otras obras en donde la atención es de frías relaciones y con labor meramente mercenaria. Poco se habla de aquellas al lado de ostentosa publicidad a esto último.
Aunque no se destaque el bien que hagamos estamos llamados por el Apóstol a no cansarnos de hacer el bien, y que: “no te dejes vencer por el mal, antes bien vence el mal con el bien” (Rom. 12,21). Es lamentable que sea verdadero aquello de que “anda más que una mala noticia”, ojala se pudiera decir más bien “que una buena noticia”. De cada uno depende que se hable más bien de lo positivo y no de lo negativo, y que nos empeñemos en algo que contribuye a la humanidad, “hablar de lo que no se habla”. Hablemos de los testimonios de bien, de la virtud, de lo honesto, de lo digno.
Sigamos hablando de la “Alegría del Evangelio”, tema precioso del Papa Francisco, al cual dedicamos diez (10) comentarios en domingos precedentes.
*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.