A vivir la alegría del Evangelio
“Renovar, ahora mismo, el encuentro personal con Jesucristo”
Con gozo hemos seguido las enseñanzas del Papa Juan Pablo II en su Encíclica “El Evangelio de la Vida”, reflexiones que empalman con lo que nos ha entregado el actual Pontífice Francisco en su confortante Exhortación Apostólica “La Alegría del Evangelio”. Qué bien iniciar un Nuevo Año con un camino despejado, y con voz que entusiasma a seguir en ambiente de alegría y esperanza.
Dedica el Papa páginas introductorias a destacar el sentido mismo del título de esta preciosa Exhortación que con su contenido, “llena el corazón y la vida entera”, al llevar al encuentro de Jesús y de su divino mensaje. Llena a disfrutar de ese gozo, tan diferente a la “tristeza individualista” de corazones sumidos en el egoísmo y en “la búsqueda enfermiza de placeres superficiales. De allí el llamado a “renovar, ahora mismo, el encuentro personal con Jesucristo. De esta invitación, dice el Papa, nadie está excluido, y a quien se arriesga a ello el Señor no lo defrauda. (n.3).
Destaca cómo desde el Antiguo Testamento hay preanuncio de esta alegría en el Salvador. Recuerda lo expresado por Isaías (12,6): “Dad gritos de gozo y de júbilo”. Agrega la entusiasta expresión de Zacarías (9,9): “¡Grita de alegría, Jerusalén, que viene a ti tu Rey, justo y victorioso! “Ni roces que empalman con el inicio del Nuevo Testamento con aquel sublime “¡Alégrate María” (Lc. 1,28) del Arcángel ante el anuncio de la llegada del Redentor a la humanidad. Sube ese tono de júbilo en la exclamación de la Virgen al experimentar la presencia de Dios y cuanto se está realizando en ella: “Mi espíritu se estremece de alegría en Dios, mi Salvador”! (Lc. 1,47). Habla el Maestro de sufrimientos y de persecuciones, pero anuncia, para los suyos que: “vuestra tristeza, se convertirá en alegría” (Jn. 16,20) (nn 4-5).
Expresa el Papa su comprensión con las “personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen qué sufrir”. A ellos invita a no cerrar su corazón a la alegría que viene cuando no se pierde la confianza en Dios. Hay palabras sagradas a “esperar contra toda esperanza” con esta lapidaria expresión del libro de las Lamentaciones: “Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha… pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar: que el amor del Señor no se ha agotado”… (3,17) (n.6). Concluye con esta gran afirmación: “Llegamos a ser plenamente humanos cuando permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos, para alcanzar nuestro ser más verdadero” (n.8).
Bajo tres títulos agrupa las ideas que son como el prefacio de su Exhortación: “Alegría que se renueva y se comunica”, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”, “Nueva Evangelización para la transmisión de la fe”. Manifiesta, luego, su gran gusto con el que ha cumplido el pedido de los participantes en el Sínodo Mundial de Obispos de 2012 que tuvo como tema. “El anuncio del Evangelio en el mundo actual” (n.16). Manifiesta que en esta Exhortación no remplaza cuanto le corresponde a los episcopados locales, y que su propósito es dar “líneas que puedan alentar y orientar en toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y de mismo” (n.17).
En cinco grandes capítulos expone cuanto estima fundamental en lo tratado en el Sínodo con repaso para presentar ante propios y extraños las verdades que anuncian el auténtico sentir cristiano. Ve indispensable la incidencia práctica de estas verdades, convertidas en parte del vivir de los humanos, que han de tenerse en cuenta en un “nuevo estilo evangelizador” para que se sienta su influjo “en cualquier actividad que se realice”. Conocer y asumir estas enseñanzas, lleva a la más grande alegría dentro del llamado del Apóstol: “¡Alegraos, siempre en el Señor! Os lo repito, ¡alegraos!” (Filip, 4,4). (Continuará).
*Presidente del Tribunal Ecco Nal.