MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 10 de Noviembre de 2013

Distorsionada defensa (I)

 

Con  bombos y platillos, con una semana de propaganda radial, se presentó en RCN Televisión, por una hora y con el mejor rating de sintonía, el programa Especiales Pirry, (29-10-13), dedicado a tratar de convencer a la teleaudiencia de este país que en su mayoría ama y respeta la Iglesia Católica, que la homosexualidad no es algo que esté fuera del orden natural, como esta Iglesia y la mayor parte de las religiones enseñan. Sindican ir en contra de matrimonios entre personas del mismo sexo de injusta Y fóbica persecución. Para poner bases a la defensa de sus tesis, dedicaron la mayor parte del programa a arremeter en forma furibunda, con manifiesta fobia, a  atacar a la Iglesia, y a presentar, en forma exorbitada, fallas de algunos de sus sacerdotes, con la pretensión de quitarle autoridad se dio la imagen de una Iglesia solamente artífice de graves excesos cometidos en la  época de la Inquisición, con distorsionada versión de ser ella la ejecutora de algo que eran los gobiernos civiles los que lo realizaban.

Para tratar de acallar la voz de la Iglesia, que en consonancia con la mayoría de las religiones y civilizaciones señala como antinatural la tendencia homosexual, y que descalifica rotundamente relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, señalan sus atacantes, con intencionada exageración, y datos a su acomodo,  de sacerdotes de ella,  como sí fuera, lo único que tuvieran para mostrar. Actitudes de trato benigno que ha podido haber en la Iglesia hacia algunos de sus sacerdotes, quienes al lado de sus fallas han tenido actuaciones tantas veces meritorias, se lo señala como complicidad  y  ocultamiento cómplice.  En forma no solo inquisidora  sino demoledora se enjuicia a esta Iglesia, que, como toda la comunidad compuesta por humanos tiene que afrontar fallas de sus hijos, pero que busca, denodadamente, la enmienda de ellos.

Es verdad comprobada que esta comunidad eclesial  ha venido aplicando penas a su alcance, no con los excesos de la tan descalificada Inquisición, pero sí con normas bien definidas. En nuestros días,  Papas como Juan Pablo II y Benedicto XVI han declarado “cero tolerancia”, y  han dado severos llamados  a obispos que incumplan con no sancionar  delitos de ese estilo. Es un hecho que se viene aplicando, con regularidad, la máxima pena de expulsión del estado clerical a quienes delincan en materia sexual con menores, a tenor del Canon 1395 Parágrafo 2.

Con refinada mala fe, con datos acomodados a su antojo, para dar fuerza a su descalificación a la Iglesia, se calla la existencia  en ella de esa ejemplar disciplina exigida por su Derecho en esta materia, se calla lo expresado en firmes discursos y disposiciones de los Pontífices, ante propios y extraños, en Estados Unidos o Irlanda, y  ante otras varias naciones, se calla el hecho de que no hay ninguna legislación tan exigente como la de la Iglesia para permitir aplicar la “prescripción” de delitos sexuales, se calla el comprobado hecho de que por una falla que se tenga de un sacerdote hay centenares de limpios testimonios de edificante castidad, y de vidas pulcras y sacrificadas  al servicio de los más necesitados.

            Esos intencionados detractores de la Iglesia tratan de opacar los millares de testimonios de jerarcas, de sacerdotes y de laicos, a lo largo de su historia, desde los Diáconos creados para atender a los más necesitados. (Hech, 6,1-8), la atención benéfica y defensa de Papas a ciudades como Roma, y la actitud firme de misioneros que en buena parte detuvieron, la barbarie y codicia de conquistadores.  Este infinito número de testimonios de servicios a la humanidad son los que quieren que se ignoren para quitarle  fuerza a una Iglesia que señala  desvíos sexuales y señala  lo más digno y benéfico para la humanidad. (Continuará).

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco.Nal.