Mistificar, embaucar o engañar | El Nuevo Siglo
Sábado, 7 de Julio de 2018

Bien parece algunos políticos no aprenden o quienes son objeto de sus ironías tampoco aprenden y son objeto de toda clase de maquinaciones que a la postre constituyen engaños so pretexto de asuntos que llaman la atención. Ahora han aprobado una manifestación pública en contra de la corrupción, que quieren que quede consagrado por la voluntad pública a través de documento en el cual hay otras manifestaciones sobre las cuales quieren que el pueblo se manifieste.

Se ocurren los siguientes interrogantes: ¿Habrá alguien con sentido común que no manifieste su repudio a la corrupción que se ha apoderado, digamos no de muchas personas, pero sí de algunas reconocidas por la gente, pero que ha sido objeto del repudio general pero que ha ido corroyendo la conciencia y la confianza de tantos colombianos? Lo más probable es que la respuesta sea afirmativa porque, aunque se diga lo contrario y se quiera hacer creer que somos una cáfila de bandidos, en eso hay una tremenda equivocación. Aquí la gente es básicamente honorable.

¿Habrá también alguien que no manifieste su deseo de que quienes se dedican a la política, digamos los que se supone que nos representan en los órganos legislativos se dediquen exclusivamente a eso, remunerados razonablemente? También la respuesta será afirmativa porque la mayor parte de los colombianos creemos que nuestros compatriotas son personas honestas, circunspectas dedicadas al trabajo y desean que todo el mundo se maneje bien. Por eso el respaldo a las propuestas que dicen nos van a hacer, serán positivas.  Porque el talante de nuestra gente es ese.

El desánimo existe con respecto a la seriedad y propósitos de quienes han dispuesto  invitarnos a manifestar lo que ellos quieren que se conteste, con el propósito de cumplir con lo que se ha dado en llamar la consulta popular. La gran incógnita que nos queda es poder concluir cuántas de esas propuestas se conviertan en actos de carácter jurídico que hagan que sean de obligatorio cumplimiento. Parece que en todo este mecanismo de consulta popular hay algo que se aproxima a la mistificación, expresada esta palabra no en el sentido espiritual, sino en el de embaucar o falsear, de suerte que quieren que quienes suelen ser señalados de ser los objetos de la censura de lo que se quiere consultar, se sientan absueltos cuando se apruebe la voluntad popular, se sientan que cumplieron con proponer.

Pero lo que se apruebe por el pueblo ¿será convertido en normas de obligatorio cumplimiento?  Bien parece que existe una gran distancia entre proponer y obligar. Que no digan después que no se propuso quienes no desean que los cobije. ¿Cuántos estatutos anticorrupción se han promulgado?  Cuando se proclama el último quienes desean un estado libre de este cáncer se ponen muy contentos y quedan satisfechos.  Pero más se demora el acto anticorrupción en entrar en vigencia que los pícaros en inventar la forma de burlarlo y quedar incólumes.