MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 26 de Noviembre de 2012

El bluff

 

La  cuantiosa pérdida de frontera marítima colombiana era previsible. Y fue prevista por el presidente López Michelsen quien negaba al tribunal de La Haya competencia para decidir sobre asuntos ya decididos antes de ella existir. Sin embargo, prevaleció la tesis opuesta muy codiciada por los abogados: fuimos a pleito y Nicaragua ganó espacio así tuviese que reconocer nuestra soberanía en el archipiélago. Los sandinistas apostaron alto para quedarse con algo.

Es lo que en poker llaman “bluff”. Ganar con una fanfarronada. El sandinismo apoya internacionalmente a las Farc. Es el momento en el que esa guerrilla no ha dicho ni mu ante lo acontecido.

Ahora hay un fallo y hay que acatarlo. No es coherente reconocer a un juez y luego cuestionar su juicio. La sentencia está en firme y lo que se cuestione de ella es un ejercicio de mera destreza académica. Estamos justo en la situación prevista por López y su canciller Indalecio Liévano en los años setenta. Y es bueno decirlo ahora cuando abundan los sabios después de los hechos.

Nicaragua tiene un régimen inestable que mendiga ayuda internacional mientras condecora a Tirofijo. Seguramente entregará a petroleras derechos de exploración. Pero sea como fuere los sanandresanos están desconsolados, abatidos. Los bancos de pesca que se pierden con este fallo solo son los efectos más visibles. El potencial no inventariado es inmenso. Una pérdida inestimable.

La renegociación de otros tratados aledaños no tardará en iniciarse con otros países centroamericanos. Las ideas de cómo desarrollar el archipiélago han sido postergadas. Hay problemas por la carencia de agua potable. La propuesta de hacer de San Andrés un paraíso financiero tipo Islas Caimán no cuajó. Los comercios de San Andresitos en las grandes ciudades resienten la competencia por los tratados de libre comercio. Y Colombia no ha logrado proponer un proyecto económico viable para la región, si bien invierte cada año muchas veces más de lo que recibe.

Para el presidente Santos, antiguo cadete de la marina, este fallo debe ser incluso más ingrato pues de seguro conoce el mar que se pierde. Lo ha navegado. Por lo pronto sería bueno en este país, que tiene la medalla de bronce mundial en concentración de riqueza obtenida en el gobierno Uribe; hacer una encuesta para saber cuántas personas no conocen el mar. Mucho menos San Andrés. Y esa encuesta serviría de termómetro para medir la ausencia de Estado en el interior y en las islas. Lamento  lo ocurrido. Pero era previsible y fue en efecto previsto.

Las Farc no dicen nada y la extrema derecha propone actos de fuerza. La Nación, en cambio, aunque lejos de las islas sufre en silencio.