HOMBRE Y CIENCIA
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“A más conocimiento global crece nuestra ignorancia”
AL aumentar la información somos exponencialmente cada vez más ignorantes. Aquí en los volátiles años sesenta escritores como Recasens y Panesso Robledo intentaban dar un panorama del avance del conocimiento en los diversos campos, hoy no hay ninguno. Y esa faltante se nota en los diversos idiomas del planeta. La hiperespecialización sustituye la visión general, el horizonte global se hace crecientemente inaprensible para una sola persona o incluso para un grupo de trabajo. Es tal el avance que nos vemos envarados por un exceso de riqueza del conocimiento posible. Comenzando por la noción de inteligencia. Si dos grandes Maestros de ajedrez están jugando una partida y se nos pregunta qué están haciendo, la única respuesta respetuosa es que están pensando. Sin embargo sí una computadora derrota a ambos, algunos se niegan a decir que ella piensa. De hecho Kasparov, el campeón mundial con el ELO más alto, el mayor índice de eficiencia en ese campo, al ser derrotado por Deep Blue, se levantó trastornado y le dijo a los presentes que él era humano y tenía miedo por lo que le acababa de suceder.
Una noción de inteligencia en la que bastantes entendidos concuerdan es en la capacidad de simular el futuro. Vale decir que la imaginación es la más científica de las facultades, como proclamaba Baudelaire. Ahora sabemos que entre los genes que nos diferencian de los chimpancés, nuestro primo primate más afín, el gen distintivo de nuestra especie es el RIM-914 que no existe en ningún otro primate. Surgió en algún momento entre el lapso de uno a seis millones de años, y separó la rama humana de la de los chimpancés. El mapa del ADN que está casi completo muestra como otros genomas como el FOX2 determinó el habla, y un conjunto de genes aumentó nuestra capacidad cerebral logrando que las neuronas se concentraran en un sistema rugoso. Pues el sistema liso de los australopitecos tenía una inteligencia micro cefálica. Las demás mutaciones que se produjeron solo hace cinco mil ochocientos años, explican el más bien súbito salto que llevó al descubrimiento de la rueda, la agricultura, la escritura y las matemáticas. Y el surgimiento de civilizaciones como la de Sumeria y la China. Esto da al traste con la supuesta intervención extraterrestre que fue un intento de explicar lo oscuro desde lo más oscuro. Aunque ni siquiera eso se descarte. En todo caso los avances en biogenética y una disciplina recién nacida, la bioinformática, aumentan el conocimiento global y nuestra correlativa ignorancia.