Lunes, 11 de Abril de 2016
De las ideologías
Sirven para dar cierta coherencia a una visión de la política, pero suelen servir para justificar cualquier atrocidad en nombre de un principio. Son pues de alta disponibilidad práctica.
En Colombia la diferenciación Liberal – Conservador se esfumó cuando esas dos antípodas (según las apariencias) se repartieron las gabelas del poder y del gobierno con un sistema de paridad que duro veinte años y de alternación que duró dieciséis. En aras, favor no reír, de la paz. Otro tanto hizo Venezuela con el Acuerdo de Punto Fijo. En ambos casos los partidos que se prestaron a la partija se volvieron irrelevantes. Fueron incapaces de insuflar esperanzas a las nuevas generaciones. No es que las ideologías hayan desaparecido, al fin y al cabo hay distintas formas de encarar la vida y por tanto de concebir la sociedad, la política del Estado. Es que la sociedad se vuelve muy compleja para captarla en los viejos moldes, y el gobernante está sujeto a unas limitaciones muy reales. Al punto que si se aplica el mismo rasero para un partido u otro, las diferencias suelen ser modestas. Mucho más modestas de lo que la propaganda sugiere.
Así por ejemplo las críticas válidas o no contra el proceso que lleva el Gobierno en las negociaciones de paz, se deben comparar con lo que hicieron sus actuales opositores cuando tuvieron el poder. Es el caso del grupo de Andrés Pastrana que cuestiona, con razón o no, el punto de justicia transicional pactada con la guerrilla. Pero entre 1998 y el 2002, su Gobierno puso sobre la mesa con las mismas Farc, la posibilidad no solo de revaluar la justicia, sino de discutir la composición de las Fuerzas Armadas, la tenencia de la tierra y el sistema económico mismo… Quienes creyeron que su compromiso con la paz era serio apoyaron sin más esas propuestas en el Caguán.
Su adversario Álvaro Uribe llegó a la presidencia combatiendo esas negociaciones aupado en la insensatez de la guerrilla que lo apoyo como suele hacerlo la antípoda que necesita la contraparte para existir. Y él, una vez en el Gobierno, comprobó que no era posible, porque no lo es, derrotar a la guerrilla sostenida por los estadunidenses con millones de dólares, tecnología y perseverancia de adicto. Y como la ideología solo ve por un ojo al andar siempre de perfil, también CNN omite ventilar la responsabilidad norteña en la atroz guerra que sufren los países que les servimos de policías en esta guerra ajena.