De todos los Santos
El Gobierno Santos entra en la recta final y se da a sí mismo una calificación de 4 sobre 5. La oposición acepta el 4 pero sobre 10.
Los dirigentes de la extrema derecha en cambio se llaman a sí mismos “Centro Democrático” pero a todas luces están descentrados. Una de sus consignas “Estado Austero” omite minuciosamente mencionar cómo durante sus 8 años otorgaron 70 contratos a los Nule. Otro más de los saqueos de esa época en la que se intentó “refundar la patria” y sustituir el Estado de Derecho por el Estado de opinión vía El Tiempo nombrado a dos Santos en la cúpula del Gobierno. Ahora debemos los colombianos sufrir las peleas públicas de esos dos primos. Soportar la ignominia nepótica de una misma familia codiciando ruidosamente el poder. Tolerar el cretinismo envidioso de un pariente malcriado insultando al Presidente que es empero síntoma del mismo diagnóstico que aqueja nuestra historia. Se ha propuesto una valla publicitaria para aclarar cuál es la propuesta de Pachito Santos para el complejo tema de la educación, se trata de una picana eléctrica contra los estudiantes. Ellos son el problema para el exvice primo. Su lúcida propuesta es policiva.
Pero ahora El Tiemo ya no es de los Santos. Rafael persona discreta y ponderada que a diferencia de Pachito suele pensar antes de hablar, ha renunciado. Ahora El Tiempo es más modesto, no pretende sustituir el Estado de Derecho por el Estado de su Opinión. Se contenta con defender los intereses del sector financiero que lo compró. En vano buscará el lector un análisis serio sobre los sobrecostos de intermediación bancaria que paga el usuario colombiano en contraste con las tasas más moderadas de los demás países.
El actual Gobierno prometió unos megaproyectos pero en tres años no ha otorgado ninguna licitación. Prometió sobre mármol, según la cursi metáfora presidencial, no aumentar los impuestos. Los aumentó para los trabajadores de clase media pero exoneró a los dividendos del capital.
Y Antanas Mockus que oyó como contrincante esa lapidaria promesa tributaria no ha dicho ni mú ahora que se incumplió. Justo cuando era su momento estelar de bajarse otra vez los calzones y demostrar que era él, el único candidato que no tenía “rabo de paja”. Ahora hizo el oso en silencio. En estos días Santos está el país en una mezquina reyerta familiar digna de un tango o de una inspección de policía.
Mientras las aguas están revueltas y eléctricas como una picana.