MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Octubre de 2014

Los maravillosos abuelos

 

¡Las  abuelas y los abuelos somos maravillosos! O por lo menos así nos ven los nietos. Para ellos somos seres especiales, más suaves y juguetones que el resto de la “tribu”; alcahuetas, dueños de cosas y lugares mágicos. Preparamos comidas que saben delicioso, tenemos chocolates, monedas y pequeños juguetes en los bolsillos, sabemos pintar gatos, patos, caritas felices y hasta dragones. Somos capaces de desenredarles el pelo a las nietas sin jalarlo, de hacerles peinados llenos de moños, broches y trenzas con chaquiras y también podemos cortar el pelo y las uñas sin dolor.

En las noches encontramos en el cielo muchísimas estrellas y luceros con nombres sorprendentes y espantamos al “coco” para que no moleste el sueño de los niños. Además tenemos ungüentos y aliados muy especiales, como “las colitas de rana”, que sanan y sanan, y curan golpes y raspones y, naturalmente, poseemos manos capaces de arreglar cualquier cosa con la ayuda de fascinantes versos.

Somos unos viejitos que, en vez de regañar, se desternillan de la risa con todo lo que hacen sus nietos, inventan obras de teatro y canciones locas y, misteriosamente, entendemos el lenguaje de todos los animales, y sabemos hacer sus sonidos, aun el de algunos fantásticos que nadie ha visto, inventados especialmente por nosotros para los chiquitos.

Hace un tiempo leí en algún periódico francés un estudio sobre lo que más les gusta a los nietos de los abuelos y resulta que son los secretos. A un nieto o nieta le encanta tener secretos con sus abuelos. Nada que les guste más que un abuelo que les cuente algo, o haga algo con ellos, y luego les advierta: “esto será nuestro secreto, no se lo cuentes a papá o mamá”. De igual manera los nietos aman poder hacer de sus abuelos confidentes seguros, depositarios de sus pequeños secretos, aliados incondicionales.

También aman que sus abuelos tengan un lugar en el campo, donde ellos puedan salir a explorar y disfrutar de la naturaleza, y que tengan una mascota, perro, gato, pájaro, tortuga, conejo, un animalito que ellos puedan alimentar y cuidar. Lógicamente, las cosas del mundo moderno también están incluidas en la lista de lo que atrae a los nietos. A ellos les encantan los abuelos que les enseñan a manejar un teléfono inteligente, o les prestan su “tableta”, o tienen un gran televisor para quedarse hasta tarde compartiendo con ellos algún programa.

La realidad es que la relación entre abuelos y nietos es de mutuo beneficio. El niño se siente especial, especialísimo, en compañía de sus abuelos y los abuelos se sienten igual de especiales ante la mirada del niño. Ese niño no los juzga, ni los critica, al contrario, los admira y confía en ellos. En una edad  y una época donde la vejez es mirada con desconfianza y es, muchas veces duramente juzgada, los nietos dan solaz sin crítica.

Todo el que tenga un nieto o, aún un sobrino nieto, sabrá y entenderá de qué estoy hablando. Los abuelos somos ¡maravillosos! O por lo menos así nos hacen sentir los nietos.