La vida y el trote
Quería escribir sobre la convención de Uribe Centro Democrático y de su nuevo candidato presidencial Óscar Iván Zuluaga. Quería decir que fue obvio que Uribe no tomara el riesgo con otro Santos y que prefiriera apostarle a un candidato al que básicamente no conoce nadie, aparte de la clase política de este país.
Resulta desgastante seguir hablando del afán del expresidente por permanecer atornillado en el poder. Creen él y sus copartidarios que Colombia perdió el rumbo y que solo en sus manos es posible retomarlo. Ahora ya no son tres sino cinco huevitos. No le alcanzaron 8 años de gobierno, necesita más.
Decía que quería escribir sobre este asunto, pero salí a correr antes de hacerlo. Les cuento que desde hace muy poco tiempo me pasó, que un día como Forrest, empecé a correr. Hoy domingo que escribo esta columna tenía la meta de lograr mis primeros 10 kilómetros. Y les confieso que no me tenía ni cinco de confianza. Pero el partner que me acompañaba en cambio sí. Hay veces que uno necesita que el otro crea, motive e impulse.
Mientras corría y me sentía morir pensaba en Uribe y su convención y el mensaje paternalista que de manera reiterativa siempre le envía al país y que consiste en que sin él, estamos perdidos, siendo una lástima que un líder de su talante, no logre empoderar a otros no para convertirlos en sus marionetas, sino para permitirles ser mejores que él. Un buen líder estimula, orienta, tiene claro el destino pero puede cambiar el camino, aprieta la marcha y es humilde para entender el ritmo de los demás. Quizá lo más importante de un buen líder es que se alegra con el triunfo y acierto del otro, de los otros, y acepta que cada cual puede ejercer su desempeño de la manera en que mejor haga uso de sus herramientas, las físicas, mentales, profesionales o personales.
Decía que quería analizar las implicaciones de Zuluaga como contrincante del presidente Santos en las próximas elecciones presidenciales y del muy seguro segundo mandato, pero al final después de haber logrado con júbilo mis primeros 10 kilómetros comprendí que correr se parece mucho a la vida, que en este país seguimos atascados con los caudillos políticos que creen que gobiernan a una masa de gente incapaz y con la que pueden hacer y deshacer lo que les venga en gana. No hemos podido conocer en nuestra historia como república un líder de verdad, verdad.