MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Lunes, 15 de Octubre de 2012

No violencia

 

Una  cosa es verlo por televisión y otra muy distinta ser testigo de primera línea. Y puede que el susto vivido sea mínimo comparado con los graves daños que sufren las personas a lo largo y ancho de este país todos los días, pero lo cierto es que por casualidades de la vida el viernes pasado quedé atrapada en las manifestaciones del cierre de la Semana de la Indignación en la carrera décima con calle 28 en Bogotá.

El problema no fue la marcha, sino la papa bomba que reventó a escasos metros de distancia de donde me encontraba. La reacción de mis vecinos de tragedia fue curiosa. Mientras a mí no me cabía duda de que podría venir un siguiente totazo y que había que buscar un lugar seguro de manera rápida, pude observar cómo dos señoras trataron de conservar la calma y seguir su camino en medio de los encapuchados que las rodeaban. A todos nos ha tocado esta violencia sin sentido. Unas veces más grave que otras. Cuando me sentí segura me asomé por un ventanal, mi curiosidad fue mayor a mi instinto de preservación y pude observar los contrastes: la marcha tranquila, el Esmad pacífico y los encapuchados que violentos corrían de un lado a otro de las calles, gritando “me hirieron, me hirieron” y amenazando la integridad  de los transeúntes.

No había en ese momento gases lacrimógenos, pero sí la angustia de los/as ciudadanos/as porque el Esmad hiciera algo. Me indigné por la noche cuando Petro manifestó su molestia por el uso de los tales gases. Es triste que nuestras autoridades se encuentren tan maniatadas que por una parte reciban instrucciones de no hacer uso de las herramientas como los gases para neutralizar a los violentos y de otra, cuando los usan, quedar en la picota pública por el supuesto uso indebido de la fuerza.

Ahimsa es el principio Sikh de la No Violencia, “es una virtud ennoblecedora que pone a cada uno al mismo nivel con sus semejantes, y que conduce al principio o base de la hermandad del ser humano y la paternidad de Dios”.

La violencia en una marcha de indignación no tiene sentido. Mucho menos cuando sus convocantes argumentan que “sin dignidad no hay paz” o que están hastiados del “deterioro de la calidad de vida y pérdida sistemática de derechos, garantías y libertades democráticas”. Es cierto, a punto de papas bomba no hay dignidad, ni paz, ni democracia. Pero esas las tiraron los encapuchados señor Petro, no el Esmad.