Es incongruente salir a protestar alentando ánimos violentos. Desde luego que en nuestra democracia y libertad de expresión son válidos los actos pacíficos de protesta, consagrados en la Constitución. Pero una cosa es decirle al gobierno la inconformidad con medidas impopulares y otra exacerbar los ánimos de las personas para realizar ataques criminales a la ciudadanía, al comercio, transporte y a las autoridades. Eso se llama vandalismo y criminalidad, porque de esos actos no quedan sino muertos, heridos, destrucciones y caos.
Está comprobado que si bien las protestas son organizadas por centrales de trabajadores, educadores y otras organizaciones que promueven los derechos humanos, éstas se prestan para el caos y la violencia. Pero detrás de todo ello están, lamentablemente, movimientos políticos contrarios al gobierno, que infiltrados en aquellas organizaciones producen esos actos vandálicos con jóvenes adiestrados y pagos para producir terror. Líderes de la izquierda promueven esa polarización, dirigentes del desorden y violencia, algunos provenientes de grupos guerrilleros urbanos, adiestrados y acostumbrados a sembrar terror, caos, violencia y muerte, quienes encabezan esas marchas complacientes del desorden como accionar político y obtención de simpatía que los lleven a asumir el control del país, utilizando las diferentes formas de lucha, como reza el credo de su ideología marxista que los inspira.
Mientras eso sucede, desobedeciendo las órdenes del Tribunal Administrativo que decretó el aplazamiento de las marchas por el inmenso riesgo de contaminaciones a causa de la pandemia del C-19, antiguos militantes armados del M19, son los principales promotores de estos censurables actos, pues la violencia genera violencia y es la ciudadanía quien termina pagando las consecuencias.
En los hechos acaecidos el 28 de abril hasta el los primeros días de mayo 2021, en Cali, Medellín, Bogotá, Bucaramanga y otras más que fueron victimas de asonadas criminales, sujetos sorprendidos con armas de grueso calibre en sus mochilas, otros con papas bombas y armas blancas violando puertas y rompiendo vidrios de entidades bancarias, almacenes, centros de salud, iglesias, talleres, gasolineras entre otros comercios, restaurantes, e instituciones, robándose el dinero, computadores, pantallas, motores, mercancía y en fin, lo que encontraban al paso, destruyendo instalaciones públicas y privadas, amedrentando y agrediendo a personas que se oponían y a la policía, causando muertes como la del comandante de Soacha ultimado vilmente a cuchillo.
Estos han sido los resultados de las marchas y protestas “pacificas” promovidas por la extrema izquierda irracional, que mas allá de su posición ideológica, son los métodos antidemocráticos y violentos que promueven, dizque para “bien del país”.
Nos encontramos en grave peligro de inestabilidad, el gobierno debe hacer valer su autoridad, imponer la ley y el orden, entender lo inconveniente que ha sido presentar esa reforma tributaria, rechazada por la mayoría de los colombianos, que ha dado pie a estos criminales actos y desestabilización del orden público.
De no poner freno a esta situación irá creciendo, con las marchas de indígenas que ya salieron para la capital, nuevos paros, desórdenes y cuarentenas obligadas por el covid, comercio cerrado, hospitales y clínicas a reventar, contagios y muertes en ascenso.