Sálvese quien pueda
Estos nuevos tiempos nos están dando la maravillosa oportunidad de escoger el sitio en donde se nos facilite una muerte prematura. ¿Has oído hablar de los centros de urgencias o de las EPS? Pues si llegares a enfermar o sufrir algún accidente pide que te lleven inmediatamente a una EPS o a un centro de urgencias de cualquier institución hospitalaria.
Allí te atenderá una secretaria que armada de un computador, que será tu primer médico, registrará tus datos, nombre, identificación, motivo de la urgencia. El computador (tu primer médico) frío aparato de la civilización motivará a todo el personal de la institución para que sea insensible al dolor ajeno, él te indicará un turno para atenderte durante las próximas 24 horas del día.
No te preocupes, no estarás sólo, estarás acompañado por más de 100 pacientes que también han solicitado una atención inmediata debido a su mal estado de salud si es que no han perdido su conciencia, ellos te contagiarán de una maravillosa paciencia, así las horas pasarán y pasarán con tu dolor cada vez más intenso, tus ojos sólo verán enfermeras que pasan indiferentes por tu lado, también escucharás el altoparlante llamando a uno de los enfermos que si aún se encuentra vivo será atendido.
Con esta atención tan particular tendrás la suerte de pasar los últimos minutos de tu vida en el lugar que escogiste voluntaria o involuntariamente.
Pero si aún deseas disfrutar de tu buena salud durante mucho más tiempo en compañía de tus familiares escoge otro lugar, así podrás repetir las hermosas palabras de Becker:
“Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán”.
Será que tenemos que volver a otras épocas, por ejemplo, a las épocas de la comunidad Nukak Makú citadas por el escritor Óscar Bustos en su libro Colombia Crónica, allí como todas las culturas indígenas, los Nukak curaban sus enfermedades con rezos, hierbas y oraciones, ellos eran capaces de hacer el bien.
¿Tendremos que volver a esos curanderos que atienden muy bien a sus clientes cantando: “no le vale diez, tampoco le vale cinco, téngalo llévelo en tres” ?
O también puedes imitar a Facundo Cabral cuando nos aconseja: “come hierba, millones de vacas no se pueden equivocar”.
Necesitamos profesionales con sentido humano, con sentido de caridad, con sentido de bondad. Hay que volver a los viejos tiempos en que verdaderamente se practicaba el juramento hipocrático.