Prohombres de la moral socrática
VIVIMOS en el siglo XXI caracterizado por una sociedad de hombres ilustres, cuyas actuaciones los hacen dignos de ser fieles discípulos del pensamiento socrático.
Debemos entender el intelectualismo moral socrático como aquel que identifica la virtud en el conocimiento de lo justo (autognosis) para obrar correctamente. Y ello sólo es posible si se basa en el conocimiento del bien y de la justicia. Ser virtuoso conducirá a una conducta justa, la cual llevará a la felicidad.
Fieles a esos postulados filosóficos, han sobresalido entre otros los nombres del ex fiscal Eduardo Montealegre, del Procurador Alejandro Ordóñez (padre de la moral colombiana), del ex alcalde Gustavo Petro, (predicador de la Bogotá Humana). Estos prohombres durante su vida pública, han enseñado a las nuevas generaciones, los principios morales que deben seguir para convivir en una sociedad virtuosa llena de felicidad.
Eduardo Montealegre tan arbitrario, atado a compromisos políticos, entendió que la justicia sólo le serviría como herramienta para imponer su sed de venganza. Ante el crimen de Álvaro Gómez, y el caso de su cliente Saludcoop, se dio el lujo de que los procesos avanzaran a ritmo de tortuga.
Gustavo Petro que fue sancionado con una inhabilidad política, por el padre de la moral, logró dilatar el proceso, astutamente se burló de la justicia, acudiendo hasta la Corte Interamericana de Justicia para que le dictara medidas cautelares.
Y ahora el padre de la moral, el Procurador Alejandro Ordóñez, ante la ponencia que tumba su reelección, ayudado por sus amigos los magistrados ha podido dilatar el proceso, por lo cual el Consejo de Estado se ha visto imposibilitado para definir su suerte, ya lleva tres años sin poder tomar una decisión de fondo.
Últimamente los magistrados Hugo Bastidas y María Claudia Rojas pidieron la rotación del documento. Ellos saben muy bien que con está rotación retardará el Consejo de Estado su decisión.
Según el diario El Tiempo, la magistrada Rocío Araújo, su ponencia pretende convencer a la sala plena del tribunal de las irregularidades que se cometieron en la reelección del padre de la moral. Por ejemplo cuando se negaron los impedimentos de los magistrados de la Corte Suprema, quienes tenían familiares trabajando en la Procuraduría.
Todos sabemos que el padre de la moral nunca antes había tenido tanta influencia para decidir desde su despacho quién se queda y quién se va de la vida pública, amparado en las normas jurídicas bajo el escudo de la ética y de la moral.
Nuestro Procurador, padre de la moral se convirtió en un maestro para dilatar su proceso. Aprendió muy bien las lecciones del ex alcalde Gustavo Petro.
Quizás estos prohombres, también beban la cicuta, y mueran como Sócrates diciendo: “debemos beberla para no violentar el orden legal”