LORENA RUBIANO FAJARDO | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Marzo de 2014

Lamento campesino

Epígrafe

“Antes de dar al pueblo sacerdotes, soldados y maestros, sería oportuno saber si no se está muriendo de hambre”.

León Tolstoi

 

Los  campesinos tenemos la paciencia del árbol en crecimiento, del cultivo que espera la lluvia, del fruto maduro que aguarda su recolección, pero esta se agota cuando siente la llegada de la motosierra que cercenará sus derechos.

Pasadas las elecciones, decidí quedarme unos días en mi paraíso togüiseño, recorriendo algunas veredas y hablando con mis compadres y amigos ganaderos, cultivadores de caña, maíz, café y frutas. Todos están cabizbajos, desesperanzados, pesimistas, como sin salida, sin oportunidades de darles a sus familias un mejor vivir. Trabajan y trabajan, siembran y no cosechan, nada es rentable ya. Las deudas los acosan, los bancos los persiguen, en el pueblo ya no les fían, los tenderos poco venden, se sienten arruinados. Han perdido la sonrisa, la alegría y ya no cantan sus coplas campesinas. Mi pueblo esta triste.

En verdad, sin miramientos políticos, hay que decirle al Gobierno, que si bien ha hecho esfuerzos, por solucionar los problemas estructurales del agro colombiano, que también es cierto vienen acumulados de decenas de años, es necesario que cree una gran comisión nacional multipartidista y multigremial y con decisión se busque una solución integral, una gran reforma agraria, antes de que esta olla exprés, explote.

Hay que revisar los TLC, que si solo en sus inicios ya están causando graves perjuicios a nuestra agricultura, cómo será en unos meses más. Y no vamos a renunciar a nuestra ruana y sombrero para convertirlos en overoles y cachuchas de industrias agrícolas extranjeras.

Infortunadamente para nosotros estamos en época electoral y se puede pensar que estos pronunciamientos tienen fines políticos, pero analizarlos dentro de dos meses puede ser tarde. Hay que coger el toro por los cuernos y ya. Y ojala que los líderes agrarios solo piensen en el bienestar de la gente del campo y no en el suyo propio y que no utilicen esta situación para obtener beneficios personales, porque eso tarde o temprano se sabrá y tendrá sus consecuencias.

Tiene razón el presidente de la SAC, Rafael Mejía, quien no tiene que ser perseguido por decir las cosas como son y no como quiere el Presidente que se digan, al denunciar que el Gobierno no ha cumplido y recomendar el estudio de propuestas de solución a los problemas del sector y que ponen en alto riesgo a  la agricultura familiar campesina.

lorenarubianof@gmail.com