LORENA RUBIANO FAJARDO | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Abril de 2013

Salvemos el maíz

 

Epígrafe

“Y la vida dijo:

 ‘sea maíz’

y aparecieron los sueños

 en forma de mujer y de hombre.

Somos maíz y sol y vida”.

Ana María Gómez

 

 

No  puede ser, que hasta nuestro símbolo de la alimentación, los granos de oro, las mazorcas asadas, las arepas paisas, el cultivo sagrado de nuestros ancestros, nos lo volvieron tóxico y ahora nos mata, cobrando el daño que le hicieron al volverlo transgénico.

Deben estar revolcándose en sus tumbas el mayor cantor al maíz, Gregorio Gutiérrez González  y todos nuestros caciques indígenas, que lucharon y defendieron este sagrado alimento que fue una bendición de Dios. 

Va a ser nefasto, para nuestros pueblos, esa mal llamada ingeniería genética de Monsanto, porque nos están obligando, con la complicidad de funcionarios oficiales, a comprar esa maldita planta alterada genéticamente negando ayudas y asesorías para los campesinos que guarden y siembren sus propias y naturales semillas.

Qué miserables estos funcionarios y empresarios de la muerte. Levanto mi  caña de maíz natural  y la empuño con honor y recorreré el país en defensa de nuestro  grano ancestral. Fuera estas compañías multinacionales, vetemos sus productos,  pesticidas y transgénicos que van  a acabar con nuestras vidas y nuestro planeta Tierra. No consumamos ningún producto  transgénico. Consumamos lo natural.

El grano transgénico  es altamente tóxico y trae químicos mortales como el glifosato y volúmenes peligrosamente altos de cloruro y formaldehído y además  no  tiene las  vitaminas y minerales del maíz natural.

Convirtamos a nuestro amado y querido país colombiano en una nación libre de transgénicos denunciando  sus peligros para la salud tanto de humanos como de animales. Iniciemos  ya una campaña involucrando  organizaciones campesinas y a la sociedad civil para  proteger nuestro maíz nativo y criollo.

Una  Leyenda Muisca recogida en la Laguna de Tota dice:

Al poco tiempo, de las plantas surgieron unos hermosos frutos llenos de

muchos granos dorados.

La gente entendió que era un regalo de los dioses y procedieron a desgranarlos

y molerlos. Fabricaron arepas, envueltos, chicha y sopas. Hicieron una gran fiesta,

bailaron, bebieron y comieron. Desde ese día, el maíz fue considerado planta sagrada y

siguió siendo cultivado hasta hoy.

Y del Canto al Maíz de Pablo Cingolani tomo este párrafo:

Sin maíz, somos comida basura y gris, sin maíz, somos grises; Sin maíz, somos la guerra que mata, el poder que enloquece y desgarra; Sin maíz, somos ciegos, somos esclavos; Sin maíz, somos nada…

lorenarubianof@gmail.com