Las Farc han dicho que si ellas y Santos pierden el plebiscito, eso no significa que el proceso de negociación se vaya al traste.
Semejante afirmación era apenas previsible. Después de que los acólitos de Timochenko lanzaran vítores y loas, vuelven a la realidad para constatar que el Secretariado no está reconociendo las instituciones democráticas, sino que está valiéndose de la democracia para lograr sus propósitos.
En efecto, al asimilar del sistema tan solo aquello que les resulta conveniente y rechazar con acelerado oportunismo lo que puede afectarles, las Farc dejan constancia plena de la manipulación a la que están sometiendo al Gobierno y de aquello que puede esperarle al ciudadano en materia de seguridad personal durante los próximos meses.
De hecho, el propio Jefe del Estado manifestaba en febrero que “si ganase el ‘No’ en el plebiscito, se acabaría el proceso”, pero, claro, como una cosa es lo que ha dicho en todo momento y otra muy distinta la que acuerda con los insurgentes, la frase no engendra confianza alguna, pero al menos sirve como referencia histórica.
Por supuesto, las Farc y el Gobierno deben estar trasnochándose para construir una alternativa frente al ‘No’ con el fin de darle largas al proceso y, amparándose en el manido argumento del ‘bien sublime de la paz’, desconocer, sin inmutarse, la voluntad popular (a la que siguen identificando autoritariamente como un reflejo del llamado “Estado de Opinión”).
Lo cierto es que, defórmenlo como lo deformen, ‘No’ significa no más negociación, no más Farc e, incluso, por sana responsabilidad política, no más régimen de 'Unidad Nacional'.
En cualquier caso, es de esperar que al día siguiente del plebiscito, ganen o pierdan, Gobierno y Farc anunciarán la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que, a modo de Plan B, y con curules gratuitas para los refundadores del Estado, consolide los acuerdos (o los reviva), porque los miles de abstencionistas o votantes por el ‘No’ solo pueden merecer la indiferencia o el ostracismo.
Por eso es que las Farc concluyen que si pierden el plebisicito no volverán a la guerra. Primero, porque nadie puede volver al sitio del que nunca se ha ido; y segundo, el Secretariado ya sabe que el triunfo del ‘No’ podrá maquillarse para convertir la derrota en la ‘incuestionable necesidad de un proceso constituyente que conduzca por fin a la auténtica reconciliación y reconstrucción nacional’.