Las disposiciones del Consejo de Estado que ordenó al gobierno colombiano la recuperación del Tesoro de los Quimbaya, nos ha puesto a pensar por qué este tesoro de nuestros antepasados no está en nuestras manos. Hoy exhibido en el Museo de América de Madrid, en donde es motivo de admiración por parte de todos los visitantes y también de España por tener en su poder, gracias a la generosidad de un Presidente Colombiano, una de las colecciones más valiosas y preciosas del arte de los habitantes de América Latina; el Tesoro de los Quimbayas el cual por su valor artístico y etnológico solamente tiene algún término de comparación por su riqueza con el encontrado en el Perú, la tumba del señor Sipán, que hasta donde van nuestras informaciones, reposa en algún museo de ese país; es orgullo para todos los peruanos que pueden admirar en sus propio territorio preciosas obras de arte elaboradas por sus antepasados que son muestra de su formidable capacidad ancestral como testimonio de sus antepasados. Les proporciona orgullo patrio de poder tenerlos entre ellos mismos y mostrarlos a propio y extraños.
Los Quimbayas fueron una etnia o cultura indígena que se ubicaba en el territorio hoy conocido como el Eje Cafetero que comprende territorios de los departamentos de Caldas, (Chinchiná, Palestina, Villamaría, Manizales) Risaralda, (Pereira, Marsella, Santa Rosa) Quindío, (Armenia, Quimbaya, Montenegro, La Tebaida, Salento, Circasia) y Valle del Cauca (Cartago, Obando) desaparecidos en tiempos inmemoriales alrededor del siglo X, se dice que nos legaron muestras de una muy fina orfebrería en oro y tumbaga, aleación de oro y cobre, que según los antropólogos, junto con otras manifestaciones, son huellas de un desarrollo cultural notable.
La orfebrería es conocida por la perfección y la elegancia de las piezas elaboradas las cuales acusaron un alto grado de coherencia en su elaboración incluyendo aquellas elaboradas en tumbaga. Como información adicional en lo que se refiere a sus costumbres se dice que fueron antropófagos con sus enemigos cuando fueron derrotados en guerras. Trabajaron en el campo, la minería y su organización política eran cacicazgos los cuales fueron desapareciendo. Hoy no quedan sino los vestigios de su capacidad artística en los preciosos trabajos elaborados en oro y tumbaga que dan testimonio a sus sucesores que somos todos los colombianos de quienes fueron antecesores y dejaron muestras trascendente de su paso por este mundo. Sus huellas nos dan testimonio.
“Lo que se regala no se quita porque se vuelve una pepita” dice la sabiduría popular con la malicia corriente. Nos queda como recurso apelar a buena voluntad de España que recibió de regalo de su antigua colonia en tesoro tan importante como es de los Quimbayas. Podremos apelar a ella para que tratar de hacerle entender lo que vale para Colombia y todos los colombianos este legado de nuestros antepasados que en un acto de generosidad, hoy incomprensible, está en sus manos hace más de un siglo.