Liza

Martes, 14 de Diciembre de 2021

Con la selección del candidato del Centro Democrático ha quedado relativamente claro el panorama electoral del 2022, aunque algún ‘outsider’ pueda surgir en cualquier instante para descomponer la ecuación.
En síntesis, habrá cuatro tendencias : una, a la izquierda, liderada por Petro.  Otra, de centro-izquierda, con Fajardo.  La de centro-derecha, con Char.  Y la de derecha uribista.
La de izquierda no tiene problemas a la vista y en marzo ungirá a su candidato con bombos y platillos.
El objetivo estratégico es claro: llegar al poder directamente en la primera vuelta.
La de centro izquierda, en cambio, se ha diluido y no parece muy fortalecida.
Si hay segunda vuelta, es un voto que terminará en el caudal de Petro o en la más pura y simple abstención.
El centro-derecha, por su parte, tiende a fortalecerse de modo similar a la tendencia de izquierda.
Es una corriente autóctona, capaz de captar al votante que antes solo se guiaba por “el que dijera Uribe”.
Finalmente, la tendencia más liada es la uribista, la de derecha propiamente dicha.
Primero, porque el liderazgo carismático y patriarcal del propio Uribe exhibe serias dificultades.
Segundo, y más importante aún, el balance del gobierno de Iván Duque constituye un fardo excesivamente pesado del que ningún candidato del partido podrá liberarse, por muy distante que quiera aparecer.
Y tercero, porque, precisamente por lo anterior, Duque se ha convertido en el perfecto jefe de debate de Gustavo Petro, quien, así, consolida muellemente su perfil alternativo sin tener que mover un solo dedo.
De hecho, la situación del Centro Democrático es tan dramática que la única posibilidad de sobrevivir estribaría en que su candidatura fuese admitida por el centro-derecha en la consulta interna prevista para marzo.
Pero, ¿por qué Char, Barguil, Peñalosa, Toro, Gutiérrez, o John Milton Rodríguez, tan electoralmente poderosos como son, contaminarían su consulta asociándola -directa o indirectamente- a Iván Duque?
Más aún, ¿por qué tendrían que admitir que, en caso de que perdiera la consulta, el candidato del Centro Democrático tuviera asegurada la Vicepresidencia?
¿Solo por el temor a que esa división de la derecha podría facilitarle a Petro la victoria automática en primera vuelta
Aunque a simple vista esta razón podría ser atractiva, lo cierto es que no resulta convincente por el mencionado músculo electoral de los integrantes del “Equipo Colombia”.
De tal modo, y por pura inercia política, la candidatura del CD se vería ante una delicada disyuntiva : seguir adelante hacia la hecatombe asegurada, o plegarse -con algunas promesas de participación burocrática- a la coalición robustecida del “Equipo”.
Por ende, lo más probable es que haya balotaje y que en la segunda se enfrenten Petro y Char.
Este escenario, poco deseable para una izquierda que hubiese preferido como contendiente al heredero del desgastado oficialismo, haría sumamente interesante la contienda electoral del año entrante.
Y, en cualquier caso, le asegurará al país una férrea y contundente oposición que, en principio, es el mejor signo del que puede preciarse todo sistema político genuinamente democrático.
vicentetorrijos.com