LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 29 de Agosto de 2014

El mercadeo farmacéutico 

 

Los abusos de la industria farmacéutica en la venta de medicamentos son bien conocidos. No son pocos los países que han tratado de restringirlos y las medidas van desde severas multas (el año pasado Francia multó con US$ 53 millones a Sanofi-Aventis por tratar de desacreditar un genérico del Plavix) a otorgar “licencias obligatorias” que permiten la importación o producción del producto sin permiso del dueño de la patente, aunque reconociéndole una retribución, cuando el titular se niega a producirlo o por ser necesarios para desarrollar otras patentes o para preservar la libre competencia o por razones de interés público, emergencia o seguridad nacional. Ecuador otorgó unas 200 licencias obligatorias en 2009. Otros países como Malasia, Sudáfrica, Tailandia, Brasil y Canadá las han implementado. Colombia las permite pero, a pesar de que somos uno de los países con las drogas más caras, nunca ha querido utilizarlas. Para las drogas cuya patente expiró y pueden ser producidas por otros laboratorios, los llamados genéricos, en Colombia la diferencia de precios entre el producto de marca y el genérico es frecuentemente abismal. El Gobierno nacional fijó recientemente precios límites para algunas drogas esenciales pero solo para las ventas al por mayor y el beneficio no ha llegado a nuestros enfermos. Muchos son los médicos que dicen a sus pacientes, de buena fe seguramente, que los genéricos no son de la misma calidad que los de marca. En los Estados Unidos la farmacia debe ofrecer al paciente la alternativa.

A este propósito, el mercadeo de la industria farmacéutica se dirige a que los médicos prescriban sus drogas y no las de la competencia, especialmente los genéricos, frecuentemente con tácticas poco éticas, tales como honorarios por supuestas conferencias o asesorías, acciones en sociedades farmacéuticas, viajes, regalos, etc., Ya la Ley 1438 de 2011 en su artículo 106 prohíbe toda clase de prebendas a “trabajadores en el sector de la salud” pero esta norma nunca ha sido aplicada ni reglamentada. En este momento el Ministerio de Salud prepara un decreto que busca ponerle coto a estas prácticas, ojalá que el lobby de Afidro y Asinfar (que ya hablan de violación de la autonomía médica, de que es materia que solo debe ser autorregulada y no legislada y que no se puede tratar a los médicos como delincuentes) no logre impedirlo. En Estados Unidos algunos Estados exigen que los médicos divulguen en Internet todo lo que reciben de las farmacéuticas con valor superior a US$ 10, incluidas invitaciones a comer, y parece que esta transparencia ha reducido enormemente las prácticas indebidas y los costos de la salud. Si un médico no considera que lo que está recibiendo es indebido no debe tener inconveniente que se conozca. El país espera con gran interés el decreto anunciado del Ministerio de Salud.