LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Agosto de 2013

Ventanas rotas y bloqueos 

Es  sabido que cuando los pequeños problemas se dejan crecer, cada día es más difícil solucionarlos. Al maestro que no controla desde un principio a un par de alumnos perturbadores pronto se le saldrá la clase de control. Esta inmemorial sabiduría fue conceptualizada cómo la “Teoría de las ventanas rotas” por los criminalistas George Kelling, James Wilson y Catherine Coles, quienes, tomando el ejemplo de un edificio donde no se reparan las ventanas rotas al que pronto los vándalos rompen las restantes y luego es invadido por los habitantes de la calle, concluyen que para evitar esta degradación creciente es conveniente reparar pronto las ventanas rotas. Generalizando, si los comportamientos antisociales se corrigen rápidamente, menos conductas antisociales habrá, inclusive, y esto es lo más importante, se previenen delitos mayores. Rudolph Giuliani ganó buena parte de su reputación como alcalde de Nueva York por su aplicación de esta política, que él llamó de “tolerancia cero,” desde a los que pedían limosna en los semáforos, so pena de rayarle el carro, hasta a los autores de crímenes graves, pasando por los borrachos de a pie o manejando (!).  Si usted pensó inmediatamente en nuestras ciudades, aquí ya invitamos a Giuliani a dar conferencias sobre el tema pero su experiencia indudablemente cayó en oídos sordos.

Y oídos sordos han sido, inclusive, los del Gobierno, a raíz de los paros de diferentes sectores de la sociedad. Hemos tenido paros de cafeteros en Antioquia, Caldas y Quindío (se les dieron subsidios por 1,6 billones de pesos, ahora quieren más y amenazan con otro paro), de paperos en Boyacá ($ 42.000 millones en subsidios), de mineros de Caucasia, Istmina y Amagá (que dicen ser artesanales pero emplean retroexcavadoras que valen cientos de millones, contaminan con mercurio los ríos y deforestan las áreas mineras), de indígenas en el Cauca y Nariño (reclamando tierras que, alegan, pertenecieron a sus antepasados precolombinos), de cocaleros en el Catatumbo (llevan dos meses reclamando la legalización de los cultivos que financian al Eln y las Farc). La subversión aprovecha rápidamente cualquier movimiento de descontento y lo infiltra, cuando no lo propicia directamente y dirige, como el del Catatumbo, liderado por César Jerez, formado en la Unión Soviética y que de campesino solo tiene el disfraz. No hay un estimativo de cuanto han costado estos paros y bloqueos de vías al país, por ejemplo, el de la carretera de Buenaventura, y cuantas penurias a las poblaciones de las áreas afectadas. Presidente y ministros han repetido que los bloqueos de vías no se consentirán. "No voy a permitir… que ninguno de estos paros me bloquee una sola carretera" dijo el Presidente el 17 de julio. Ojalá que se logren superar estos bloqueos recurrentes de vías para lo que firmeza y pocas concesiones ayudarían. Si no hay ganancias, pocos paros habrá.