La fiesta del subsidio
El Ministro de Hacienda dice que el Gobierno no acudirá a los subsidios como estrategia para contener los efectos de la “enfermedad holandesa”, la que, dígase lo que se diga, ya nos afecta con intensidad y cuyos síntomas se comenzaron a sentir hace varios años, por ejemplo, en el sector floricultor. Sin embargo, los subsidios se incrementan día a día. Ya la tasa de cambio sobrevaluada es un subsidio implícito a los importadores que cada vez pagan menos pesos por los mismos dólares y, a su vez, un impuesto para nuestros exportadores y para los productores domésticos de bienes que compiten con importaciones. En octubre pasado se destinaron $ 78.800 millones para subsidiar el precio interno del café, suma a la que acaban de adicionarse $ 150.000 millones para pagar un subsidio a los caficultores de $ 60.000 por carga “hasta el cierre del primer semestre”. El Gobierno está en proceso de regalar 100.000 viviendas de interés social. Se destinaron $ 500.000 millones para subsidiar la tasa de interés de los créditos destinados a adquirir viviendas de interés prioritario (VIP) que según el Ministro “permite(n) disminuir en 5 puntos los intereses que se pagan en un crédito para la adquisición de VIP y en 4 para la VIS, a lo largo de 7 años”. Se fijaron cuotas de importación de leche argentina, cuyo arancel se incrementa del 6,6% al 20% y luego al 98% (esto es un subsidio implícito a los ganaderos locales). Se fijó un “sobrearancel” de US$ 5 por cada par de zapatos importados y para los textiles, incluyendo confecciones, un “sobrearancel” de US$ 5 por kilo importado. Llegando al extremo de confiscar unos sombreros importados con el sofisma de que violan la protección que a sombreros similares, los llamados “vueltiaos,” les da el gozar de una Denominación de Origen, la cual, según las normas de propiedad industrial los protegería solo si los importados clamaran tener su origen en San Andrés de Sotavento (Cord.). Desde el punto de vista económico los subsidios de toda clase no tienen mayor justificación. En algunos casos se explicarían temporalmente, especialmente cuando hay gobiernos con la voluntad política de no dejarlos convertir en permanentes. Su fundamento parecería ser más que todo político, como por ejemplo, las 100.000 viviendas gratis mencionadas o los subsidios del alcalde Petro al consumo de agua o la obligación a los constructores de vivienda a destinar un área de al menos 20% del proyecto a vivienda popular, cuyo efecto será el de encarecer el costo de las construcciones habitacionales. Los subsidios distorsionan la economía y favorecen la ineficiencia. Subsidios, pensiones desproporcionadas de congresistas y magistrados, condenas a diestra y siniestra contra el Estado por supuestos perjuicios causados por sus agentes, etc. Alguien tiene que pagar por todo esto y ese alguien es el contribuyente. Que no nos suceda lo que a Grecia.