La eutanasia
La semana entrante debe darse segundo debate, es decir, en la corporación en pleno, en el Senado, a un proyecto de ley sobre eutanasia y suicidio asistido, probablemente en desarrollo de un fallo de la Corte Constitucional de 1997 que modificó el Código Penal, legalizando la eutanasia voluntaria o muerte causada por otra persona a requerimiento del enfermo, al eximir de responsabilidad del delito de homicidio al médico que cause la muerte de un paciente terminal que la solicite y “ordenó” al Congreso que reglamentara la materia (sí, en Colombia los jueces modifican los códigos y ordenan al legislativo sobre que deben legislar). En los últimos años son varios los países donde se ha discutido la reglamentación legal de este espinoso problema, ¿tiene derecho una persona a decidir sobre el momento de su muerte (suicidio, asistido o no)? ¿Puede otra persona causar la muerte de alguien a su ruego (eutanasia solicitada) o sin que esta lo solicite (eutanasia por decisión ajena)? Muchas religiones se oponen a esto por considerar que esta decisión corresponde a Dios, con excepciones como la pena de muerte. Aunque muchos médicos, individualmente, respaldan el suicidio asistido e inclusive la eutanasia requerida, las asociaciones médicas son contrarias al considerar que el juramento médico los obliga a proteger la vida y no a quitarla. Países como Suiza (desde 1942), Bélgica y Holanda permiten el suicidio asistido, inclusive para pacientes no terminales pero con grandes sufrimientos sicológicos o parálisis generalizada y en varios otros el asunto está a consideración de los parlamentos.
Aunque los sufrimientos de algunas personas las llevan, a ellas y a quienes conocen su situación, a considerar que en esas circunstancias la vida no tiene justificación, hay otras razones, diferentes a las religiosas, que impulsan a reflexionar sobre la conveniencia de permitir estas terminaciones anticipadas de la existencia. Para empezar, el deseo de los familiares de finalizar la angustia que les causa el enfermo o motivos económicos de los familiares, como el costo del cuidado de los pacientes o el deseo de anticipar el recibo de una herencia. Este año, en Gran Bretaña, una enferma con parálisis total, Kate Allatt, se recuperó inesperadamente. ¿Cuándo podría presentarse una situación similar? En el suicidio asistido la muerte se la produce el mismo paciente a cuya disposición se ponen los medios necesarios. En la eutanasia activa, la muerte la produce otra persona, sea a solicitud del enfermo o por decisión de terceros, por razones humanitarias o menos idealistas como la eutanasia eugenésica (acabar con los incapaces, limpieza étnica, etc., como hicieron Hitler o Karadzic). El suspender el tratamiento del paciente para que muera más rápidamente, eutanasia pasiva, no aceptado en algunos países, es permitido en Colombia. El tema es de trascendental importancia, esperemos que en el Congreso se le preste la atención que merecen sus consecuencias.