Lionel Moreno Guerrero | El Nuevo Siglo
Viernes, 17 de Abril de 2015

PRAGMATISMO DE OBAMA

Triunfo de Castro

Cristina Fernández dijo en la VII Cumbre Latinoamericana de Panamá que “Hoy vivimos el triunfo de la revolución cubana”. Aunque con un poco de hipérbole tiene razón Cristina, si no fue “El” triunfo definitivo, esta reunión sí fue “UN” triunfo para el régimen dictatorial de los hermanos Castro. Haber permanecido un régimen comunista cuarenta años a escasos kilómetros de los Estados Unidos ya es un triunfo. Ahora, después de que se le había excluido de la OEA y de haber los países latinoamericanos convenido que solo los gobiernos democráticamente elegidos podían pertenecer a ella y participar en las reuniones periódicas de sus mandatarios, se aceptó el retorno triunfal del régimen dictatorial a las reuniones hemisféricas. Todos aplaudieron cuando el Presidente de los Estados Unidos (ejemplo de democracia para el mundo) estrechaba la mano del dictador cubano sellando la defunción de la Cláusula Democrática. Existía un consenso en nuestro continente de que, como lo expresó Rómulo Betancourt “Regímenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranicen con respaldo de policías políticas totalitarias, deben ser sometidos a riguroso cordón sanitario y erradicados mediante acción pacífica colectiva de la comunidad jurídica interamericana”. En el Occidente se introdujo en los tratados internacionales una Cláusula Democrática que los condiciona al respeto de los principios democráticos y de los derechos humanos. La Carta Democrática Interamericana proclama como finalidad el fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática, al establecer que la ruptura del orden democrático o su alteración, que afecte gravemente el orden democrático en un Estado miembro, constituye "un obstáculo insuperable" para la participación de su gobierno en las diversas instancias de la OEA. Hasta Unasur adoptó una Cláusula Democrática (entró en vigor el 19 de marzo de 2014, aunque nadie verá a Ernesto Samper pidiendo su aplicación contra Venezuela o Ecuador).

Todos estos avances de la democracia fueron echados por la borda en la reunión de Panamá. Nadie habló allí de la Carta Democrática. Ese fue un concepto tabú. Todo el mundo dio la bienvenida al régimen cubano. Castro, Maduro, Correa, Evo y Cristina Fernández despotricaron contra Estados Unidos en largos discursos, emulando a los de Fidel Castro y Chávez (los ocho minutos de Raúl Castro se extendieron a 51. ¿Por qué será que los izquierdistas no pueden ser concisos?). Lástima que Obama no hubiera aprovechado su intervención para hacer una defensa de los principios democráticos y de los derechos humanos. Solo hizo una pálida alusión a ellos, especialmente de la defensa de la libertad de prensa en respuesta a las aseveraciones de Rafael Correa. Esta reunión fue una en las que los ratones le jalaron los bigotes al gato. En nombre del pragmatismo, de la real-politik, asistimos al entierro de la Carta Democrática.