Las palabras y el presidente | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Abril de 2022

Más allá de los atroces crímenes que se le imputan a alias “Otoniel”, despierta curiosidad el por qué el presidente Iván Duque le llamó “sabandija”, entre otros sustantivos/adjetivos, a propósito de la firma de su extradición. No ha sido la primera vez, pues al momento de su captura en octubre de 2021 utilizó la misma palabra. Aunque después se supo que más bien fue entrega. Pero, ¿Qué puede haber detrás del uso de este tipo de acepciones en el lenguaje oficial de un jefe de Estado?

El lenguaje de las palabras es manifestación humana de la representación del mundo. Pero, “nombrar no es reproducir sino clasificar” afirma Claude Hagège (Bogotá/2010) al citar el pasaje de Alicia en el país de las maravillas a propósito de la pregunta del tábano: “¿los insectos responden a sus nombres?” “No, que yo sepa” responde Alicia. Entones, “¿para qué le sirve, si no es para responder a ellos?” replica el tábano. “A ellos no les sirve para nada, pero imagino que esto tiene una utilidad para las personas que los nombran” contesta Alicia. Las palabras, dice Hagège, “no son simples etiquetas” sino “fuentes de conceptos” los cuales han permitido ordenar el mundo en categorías conceptuales. Así, el lenguaje posibilita reconstruir los objetos y las nociones del mundo.

Pero, el lenguaje no solo clasifica sino que genera un orden social, el cual puede identificarse como violento. Por ejemplo, muchas narraciones de expediciones en el nuevo mundo describen los padecimientos de colonizadores a causa de las “temibles” sabandijas que “desplazan a colonos de grandes pedazos de campo” escribiría Mutis citado por Jaime A. Peralta (Medellín/2020) en un excelente artículo. En el cual, desde un enfoque de la historia cultural de los animales, reconstruye la forma como se articuló por las elites ilustradas un discurso de intervención sobre las zonas cálidas en el virreinato de la Nueva Granada a partir de las ideas del determinismo climático.

Así erradicar insectos y sabandijas y controlar poblaciones salvajes abatiendo el medio natural, considerado adverso, era la forma de llevar el progreso y propiciar la explotación de sus riquezas. Es decir, fue el discurso que construyó un orden social violento y que permitió controlar. Pero, tal violencia no solo responde a dinámicas coloniales, pues en la historia de Colombia se puedan trazar sus continuidades.

El alcance de tal discurso ha trascendido hasta hoy en sus continuidades de sometimiento y dominación como el racismo y la discriminación en distintas formas, así como de su intención de erradicación de los sujetos. Y con base en ello se han desplazado poblaciones indígenas, afrodescendientes y campesinas. Inclusive criminalizado a quienes protestan. Por ello, en voz del presidente el uso de tal lenguaje para referirse a un reo o procesado más allá de manifestar públicamente sus emociones de desprecio y buscar empatizar con otros ciudadanos; políticamente traduce la intención desde el gobierno de “reinventar” una manera segregada de ver a los otros, delincuentes o no.

En el caso de alias “Otoniel” la “erradicación” se concreta con la extradición, dejando que el vacío de verdad, justicia, reparación y no repetición para las víctimas colme los montes, valles y llanuras en donde se han padecido las violencias del conflicto armado. Tal vacío es una de esas continuidades.

@Fer_GuzmanR