Las marchas que se han venido realizando en diferentes lugares de nuestro país, incluida nuestra capital, son muestra de una democracia e, indudablemente, de la libertad de expresión.
Ahora bien, en muchos de los casos se han visto desórdenes con violencia y vandalismo, objetivos de desestabilización y actos de criminalidad, como son el daño de bienes públicos y privados. En estas marchas se presentaron hasta casos de destrucción de instalaciones y saqueo de almacenes de víveres y electrodomésticos.
Los inmensos daños hechos al Transmilenio son inconcebibles y además se constituye en un atentado contra una empresa que lo que hace es prestarle un servicio a la gente más necesitada y trabajadora de Colombia, que requiere de un sistema de transporte para ir tanto a su trabajo como para regresar a sus casas y movilizarse por la capital. La pregunta que uno se hace es ¿qué justifica esas acciones? Pues nada. Su único objetivo es el de atentar contra los más necesitados y la clase trabajadora del país.
Sabemos bien que parte central y estructural del acuerdo de paz con las Farc es haber cambiado la lucha de armas y el rugir de los fusiles por el mecanismo de la protesta social y el ruido de las voces. Un gran paso para acabar con la triste historia de las muertes en combates y los ataques a los municipios e infraestructura de la Nación, pero no se puede permitir que personas con perversidad aprovechen estos actos para generar anarquía y hacerle creer a la comunidad internacional que Colombia entró en una etapa de autodestrucción. Eso no lo podemos permitir.
En momentos en que los países del continente no tienen cifras que sean muy positivas, Colombia estaba creciendo alrededor del 3.4% en el año 2019 y hoy las noticias con las marchas y paros que se han dado, han puesto en congelador muchas inversiones tanto nacionales como internacionales que se estaban realizando. El mal que se le ha causado a Colombia con esta estrategia de paros y sobre todo de parálisis de distintas actividades es incalculable.
Aquellos dirigentes políticos que se han prestado a las pérdidas sucedidas o ingresos e inversiones dejadas de realizar son los grandes responsables que nuestra velocidad de desarrollo y generación de empleo se vea disminuida.
Mi invitación no es a que dejemos de estudiar y resolver las inquietudes y solicitudes que se hacen, sino que seamos responsables con nuestro país no creando el caos que se ha venido presentando.
Los colombianos que no estamos de acuerdo con que cuando mejor nos está yendo para la economía y el desarrollo con equidad, cuando el área de la educación nunca antes se había visto tan bien atendida por el gobierno dándole la contribución y participación económica como nunca antes, se le cobre a este gobierno lo que se ha dejado de hacer en el pasado.
No es el momento de seguir destruyendo, es el momento de ser innovadores, emprendedores, fortalecer la institucionalidad y unirnos alrededor del futuro de nuestra amada Colombia.
Es el momento de acabar con la polarización, construir gobernabilidad, conversar y consolidar soluciones entre todos pero no de destruir, o lo que es peor por parte de dirigentes políticos, que es acabar con el buen momento que ante el mundo estamos viviendo en nuestro país.