La transición democrática | El Nuevo Siglo
Lunes, 21 de Marzo de 2022

En muchas partes del mundo corren tiempos de cambio que comienzan a reflejarse en el giro de los regímenes políticos. Problemas globales como la crisis ambiental, el cambio climático, la transición energética, la inequidad, la pobreza y la necesaria corrección de políticas neoliberales, cuya solución ha venido aplazándose por décadas son algunos de sus desencadenantes. Así como, la persistencia de autoritarismos de toda índole que restringen libertades, socavando la confianza y la legitimidad de las instituciones democráticas. Todo ello, aunado a los graves efectos socioeconómicos de la pandemia del covid-19, se ha constituido en el epílogo trágico del periodo neoliberal.

Los signos del tiempo presente muestran que nos encontramos ante la demanda de cambios y de una nueva transición democrática, la cual se caracteriza por el rechazo al distanciamiento que las élites gobernantes han tomado de los ciudadanos y sus problemas, haciendo aparecer al Estado y al gobierno como agencias al servicio privilegiado de intereses de poderosos grupos económicos y políticos. La exclusión y el autoritarismo, reforzados por el creciente debilitamiento de la separación e independencia de poderes, es la plataforma de la política neoconservadora que justamente buscan cambiar los movimientos sociales y políticos alternativos, por la vía democrática. Es decir, a través de elecciones libres y transparentes.

En Colombia el resultado de las elecciones parlamentarias del pasado domingo 13 de marzo, no obstantesus graves cuestionamientos que demandan reformas, constituye un logro histórico que a su vez anuncia el paso necesario y apropiado para adentrarnos y avanzar en el camino de una nueva transición democrática. Por primera vez se elige una representación significativa en el Congreso de la República de fuerzas alternativas de izquierda y centro, étnicas, indígenas y de víctimas, las cuales interpretan de mejor manera los anhelos de cambio y están más cerca de los millones de ciudadanos de a pie que los vienen demandando. Es la gran oportunidad que como sociedad tenemos para construir de manera amplia e incluyente el camino de la paz y la reconciliación con equidad, justicia social y ambiental.

Sin embargo, la polarización en el actual debate electoral por la elección presidencial, es reflejo de la respuesta reaccionaria a una transición democrática por parte de quienes de tanto usufructuarlas se sienten dueños de las instituciones, y olvidaron la democrática regla de la alternancia en el poder. Y persisten en la exclusión como política y argumento para negar y desvirtuar la legítima aspiración de los alternativos. Consignas como “hay que parar a Petro” son su simplificadora y peligrosa expresión.

La derecha, que se la sigue jugando por el continuismo del uribismo y del gobierno Duque, debe asumir su responsabilidad en el deterioro de la democracia. Pero su reto histórico está en ser capaz de responder a la transición buscando reconfigurarse en una derecha democrática que se distancia del ala ultraconservadora autoritaria.

El próximo gobierno no la tendrá fácil, sin distinción de quién sea. Pero Colombia ganará mucho más al permitirse romper el techo de cristal y destruir el tabú de que los otros, los de izquierda, los alternativos no pueden ni deben gobernar. De logarlo, conformando un frente político de cambio, pasaremos a otra etapa en la historia de menos miedo y mayor cohesión social. Y eso en sí mismo sería un gran paso para avanzar.

@Fer_GuzmanR