El gobierno del Dux Iván, convirtiendo en positivos los resultados negativos de la consulta del domingo, al igual que se hizo con el pronunciamiento popular acerca del plebiscito convocado por Juan Manuel, promueve ahora un acuerdo político, semejante al convenido entre godos y cachiporros en diciembre de 1957 para crear el Frente Nacional y disuadir la oposición. El acuerdo político, tan publicitado, se promueve para dar inicio al trámite de una reforma legislativa para combatir la corrupción.
No obstante la “transparencia” del planteamiento, en la realidad lo que se advierte es distinto y para esta conclusión lo obvio es preguntarle a quienes se abstuvieron de opinar el pasado domingo. Un buen número de cuestionados confesó que su abstinencia no tuvo otra causa diferente al temor que inspira el señor Carrasquilla, por supuesto que no se refieren al maravilloso Tomás Carrasquilla; el reincidente ministro intenta una reforma tributaria a la que muchas prevenciones se tienen, pues el parecido entre este funcionario y el conspirador Florentino González es estrecho. Recuérdese que la revuelta de los artesanos tuvo como causa la reforma que en 1847 hizo este títere del General Mosquera y que sus secuelas imperaron por más de medio siglo. González atentó contra la industria nacional y esta gota prohijó disidencias que generaron el movimiento “Democrático” como resistencia, y como apoyo al gobierno autoritario de Tomas Cipriano apareció la sociedad “Filotemica”, división popular que aún existe.
La dictadura tributaria ha sido históricamente una de las causas de la corrupción. Los antepasados indígenas invadidos por los secuaces de Carlos V, fueron víctimas de la aplicación de la Ordenanza Décima de 1528, que organizó las encomiendas y los encomenderos y desde esa época hasta hoy esas exacciones supuestamente justificadas por el poder político son causa en la conciencia colectiva que libera y justifica la vocación por el atropello. El mal ejemplo cunde.
La corrupción es una endemia que afecta a todos y su causa última es la apetencia monetaria, un deseo que mucho tiene que ver con el instinto sexual. Alguna razón tenía Cornelio Tácito (dc. 55-120) cuando predicó que "Corruptissima republica plurimae leges": a mayor producción de leyes mayor corrupción de la República. Y la explicación a este comportamiento global es simple. La proliferación de las leyes está indicando que las autoridades encargadas de aplicarlas las violan permanentemente, pues el adagio popular dice: hecha la ley hecha la trampa, como ocurre con los comparendos de tránsito convertidos en factor del presupuesto municipal.
Señor Carrasquilla, si quiere hacer una reforma tributaria, empiece por concebir un formulario simple y elemental para presentar la declaración de renta. El actual es un jeroglífico que obliga a contratar adiestrados, grafólogos, muchos de los cuales aconsejan la trampa. Un cuestionario comprensible para todos y por todo hace de esta obligación algo práctico y no como el que ahora se emplea. Otros factores son más trascendentales y no es aquí donde se pueden discutir.