Los tres principales aspirantes a la candidatura presidencial en oposición a los acuerdos del gobierno con las Farc, Alejandro Ordóñez, Martha Lucía Ramírez e Iván Duque llegaron a un acuerdo amistoso para someterse a una consulta en las elecciones del 11 de marzo y definir cuál de ellos representará al grupo en las elecciones presidenciales del mes de mayo. Inteligente decisión en la que primó el interés de un ideario común sobre los personalismos. Cualquiera de los tres, como candidato único de quienes defienden la posición de quienes votamos por el No en el plebiscito en el que supuestamente se determinaría si se aprobaba lo acordado en La Habana y olímpicamente desatendido por el Presidente, tiene grandes posibilidades de alcanzar la Presidencia de la República, mientras que si van cada uno por su lado, se arriesgan a ni siquiera pasar a la segunda vuelta de las presidenciales de junio. Es de destacar que la definición fue hecha por los solos precandidatos y que las cabezas de los dos grupos más fuertes, los expresidentes Uribe y Pastrana no participaron en las negociaciones finales.
Un presidente salido de esta alianza puede lograr una política de Estado frente a las guerrillas, única capaz de alcanzar una verdadera paz. Como dijo Martha Lucía,“... nosotros tres unidos vamos a demostrar que cuando se hace la política con grandeza, con programas, con propuestas, mirando hacia futuro, y no dejándonos enganchar del pasado, somos capaces de construir y dar pasos largos hacia adelante, por eso hemos tomado esta decisión de estar, juntos, en esta consulta”. Ordóñez representa a los colombianos defensores de la familia y las tradiciones cristianas; Martha Lucía encarna a un centro derecha, con ideas y principios sólidos, sin extremos y Duque interpreta las ideas probadas de Uribe, a quien Santos llamó el mejor presidente que ha tenido Colombia.
Los acontecimientos posteriores a los acuerdos de Cuba demuestran que sin justicia no puede haber paz y lo logrado ha sido una proliferación de bandas criminales, llámense estas disidencias de las Farc o clan del Golfo. También se propició el envalentonamiento del ELN, dispuesto a doblegar al gobierno con actos terroristas y que da signos de estar dispuesto a toda clase de concesiones antes del 7 de agosto para poder decir que, realmente, fue capaz de traer la paz a Colombia. El haber cambiado a Juan Camilo Restrepo como jefe negociador en Quito a instancias del ELN es muestra fehaciente.
La corrupción y la criminalidad están desbordadas debido, en gran parte, a las deficiencias de un aparato judicial que libera rápidamente a los delincuentes capturados y a grandes criminales les da casa por cárcel.