JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Febrero de 2013

Sinsalida de ciudadanos de a pie

 

Si  bien es cierto que ya empieza la carrera política entre quienes quieren ocupar curules en el Congreso y espacios en el ejecutivo, también es cierto que ni para el país, ni para los colombianos de a pie, algo de todo esto va a terminar traduciéndose en un verdadero beneficio.

Ver a cada uno de los partidos políticos regodeándose por la situación de los otros, la pelea entre el uribismo y el santismo y los cálculos que todos vienen haciendo sobre las diferencias de poder, se traducen en la perpetuación de lo mismo, de un país que siempre está más preocupado por una clase política que se mantiene completamente alejada de los que caminamos por las calles, que no recibimos pensiones estrambóticas o podemos colocar votos. Acá la política es para los políticos, no para aquellos que los eligen.

Es increíble cómo con el distanciamiento entre Juan Manuel Santos y  Álvaro Uribe, pareciese que el país hubiese quedado suspendido, inerte. Y sumando a eso el asuntito de las pensiones que parece sacado de los mejores años del feudalismo europeo, el país se quedó sin temas cotidianos, sin soluciones para los problemas que todos los días son realidades para cuarenta y cinco millones de colombianos.

No digo que no sea importante dentro de una conversación de pasillo comparar los estilos de Santos o Uribe o que la bomba pensional no sea un problema que a todos terminará salpicándonos. Digo más bien que las diferencias entre Presidente y expresidente son de forma y no demasiado de fondo y que si las altísimas pensiones se caen o no, no va a cambiar la perspectiva pensional que tiene el país. Son temas que quizá despierten pasiones, pero que realmente no van a cambiar la vida de nadie.

Y nos estamos quedando en ellas, como si pudiésemos vivir a punta de pasiones y no de realidades. De repente lo único que se viene moviendo dentro de la agenda es el asunto de los procesos de paz, pero el hermetismo nos mantiene tan alejados de La Habana que han terminado por despertar cierto grado de indiferencia en la gente, como si no fuese un punto determinante para el futuro del país.

Los colombianos parecemos adormecidos entre nuestro jet set criollo, disputas coyunturales y desinformación casi absoluta. Hoy estamos perdidos entre discursos lejanos y caminos ajenos, olvidándonos de la vida que diariamente tenemos al frente.

@juandbecerra