Héroes silenciosos
Muchas veces los héroes pasan al lado nuestro, pero como no responden a los parámetros cinematográficos del uniforme y los superpoderes, pareciesen personas del común que simplemente tienen un trabajo que ninguno de nosotros quisiese hacer. Esta semana en Bogotá me encontré con algunos, al mando de una ambulancia del Distrito completamente dotada, con una mirada de nostalgia y cansancio que no se compadecía de todo lo que hacen día a día por la vida de una persona y sus familias. Resignación, quizá como la de los colombianos en medio de la pelea de matronas – candidatos, como la de Bogotá con Petro, como la del equipo publicitario de Clara y la foto de campaña.
Me contaron que el Distrito cuenta con aproximadamente trescientas ambulancias, pero de ellas hay que descontar a las que se encuentran en mantenimiento preventivo, las que están en mantenimiento correctivo, las que están en la puerta de algún hospital esperando una camilla para pasar al enfermo o las que están en medio de alguno de los trancones que posiblemente abarcan a toda la ciudad. Además, hay algunas contratadas como externas, pocas, pero que suman algo para evitar la muerte de muchos bogotanos.
Me dijeron que sí, que es cierto que algunos han cometido excesos como los que causaron los escándalos hace algunos meses, que sería inútil decir lo contrario. Pero también que no es justo que cuando llegan a un lugar los accidentados o los mirones intenten golpearlos o que les acusen de las muertes de aquellos que necesitaban su atención. Son muy pocos y Bogotá es muy grande. Esa es una verdad por la que ellos no tienen por qué responder.
Ahora, en el caso de una pequeña emergencia en la ciudad es claro que no hay recursos para atender a las personas. Una catástrofe no tendría forma de ser atendida. Pero para los bogotanos de a pie esta verdad no importa, sólo esperamos que el día que llegue la hora, aparezca una ambulancia al colgar el teléfono, como por arte de magia, no importa lo que haya sucedido con los diez millones de personas que también están en la ciudad.
Por eso creo que son héroes, porque están doce horas sentados intentando salvar vidas, o al menos intentando que no se pierdan, que es al final su verdadera labor. Por eso les pagan, es cierto, pero a veces no sobra recordar que todos los días hay alguien que de verdad intenta hacer algo por la gente. Ojala se contagiaran algunos políticos.
@juandbecerra