¡Petro ha vuelto!
Y sí, Petro ha vuelto a ser alcalde de Bogotá. No podría decir que para el bien o para el mal de la ciudad -porque eso ya quedó definitivamente en un segundo plano-, pero habiendo logrado llegar de nuevo al Palacio Liévano por lo menos nos asegura que habremos de volver a ver el bacón y la toma de la Plaza de Bolívar en los noticieros nacionales, nuevas cátedras en las facultades de derecho sobre los verdaderos y desconocidos alcances de la tutela y varias obras de teatro sobre la depresión del Procurador General cada vez que escucha mencionar a la CIDH. Muchas cosas hemos ganado, al margen de lo que sucede con la ciudad.
Ahora bien, es claro que Rafael Pardo no logró nada en el tiempito que estuvo encargado, pero su permanencia en el cargo fue como una pausa para hablar mal de la ciudad, como ese momento que hacía falta para respirar profundo y recordar que debe haber alguna razón para tener el metro cuadrado más caro que Nueva York o París. Pero volvió Petro y ya se dañó el acueducto, llovió para inundar media ciudad y hasta se inició la colecta para pagar el salario que no va a recibir el Alcalde por cuenta de la sanción de la Superintendencia.
Y no es que Petro sea un ave de mal agüero. Creo más bien que la ciudad, y el sistema judicial, y los políticos, y los colombianos, no lo entendemos. Él está en una cruzada por defender los derechos de quienes votaron por él, por encima de todo, del entramado institucional, de la justicia, de la Constitución, de la lógica. Pero tiene derecho. Es el derecho que le da haber sido elegido, porque en Bogotá lo elegimos, con muchos o pocos votos, no importa, así fue, lo elegimos, y ahora tenemos que aguantarnos que él haga lo que le dé la gana.
Y Bogotá no está a la deriva. Está en manos del progresismo que ya no existe, que es otra cosa. Porque no me van a decir que la Alianza Verde es un partido de verdad, o al menos de mentiras; ni que Petro le hace caso a alguien que esté ahí, porque muchas veces se ha demostrado que no le hace caso ni siquiera a Bacatá.
Bogotá está hoy en manos de un alcalde que no durará muchos días, pero que ha decidido no irse. Para eso es la justicia. Para poder decir que volvemos a estar en las mismas.
@juandbecerra