JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Diciembre de 2013

¿Todos del mismo lado?

 

En   Bogotá nos encontramos hoy llegando a estar todos del mismo lado. Pero no como se quería alguna vez, para disminuir la brecha social en la ciudad, sino del lado del arribismo, del descontrol, de la falta de coherencia y paciencia. Bogotá está en el medio de un caos absoluto que se maximiza por el desdén administrativo, pero que lo sobrepasa increíblemente en las calles, como si hubiésemos terminado con lo bueno que tenía la ciudad. Y no sólo es en el tránsito o en las congestiones. Es en el día a día, en la convivencia que parece estar destruyéndonos.

El objeto de vituperios en Bogotá hoy es el que medianamente hace bien las cosas. El que no deja su carro en medio de una intersección para evitarse los 30 segundos de un semáforo, el que hace la fila en un transmilenio y deja pasar a los que salen, el que se espera para cruzar la calle cuando el semáforo peatonal está en verde. Y ya no es sólo que le señalan como un tonto que cumple las reglas, sino que es agredido por los que se han apropiado de la ciudad para vivirla a su manera.

Y seguimos todos diciendo que añoramos la cultura de Mockus cuando en la calle nos comportamos como vándalos con pasamontañas y suspiramos al pensar en el orden del tránsito estadounidense cuando manejamos como si estuviésemos arreando vacas. Y pagamos de mala gana los impuestos de una ciudad que siempre decimos que no nos da nada, pero a la que no le ofrecemos ni una simple sonrisa por habernos abierto las oportunidades. Los bogotanos hoy somos vergonzantes, como si vivir en esta ciudad fuese un castigo divino.

Y decimos que es el afán, la congestión o cualquier excusa tonta para seguir en las mismas. Que es porque el tráfico lo vuelve a uno así, que porque las estaciones siempre están llenas. Y nos sentimos como enemigos de todos los que están en la calle, como si Bogotá fuese un campo de batalla y no una ciudad que compartimos.

Decir que la culpa es de la administración es lo más sencillo, seguir echándoles la culpa a los otros. ¿Pero qué estamos haciendo nosotros? ¿A dónde queremos llegar? De nada vale seguir quejándonos si a pesar de querer o no al alcalde, no hacemos algo para que las ideas que tenemos sobre la capital se traduzcan en construir de a pocos una ciudad mejor para todos.

@juandbecerra