Energía solar espacial
Nuestro país, tanto en sus segmentos institucionales públicos como privados, no ha querido saltar el cerco de las fuentes tradicionales de energía. Resulta sorprendente que en cualquier proyección futura que se analice inevitablemente aparecerán los incrementos en la producción petrolífera o carbonera o de capacidad hidroeléctrica. Cuando en el mundo se estudian ya con seriedad temas como como la energía solar espacial.
Dentro de las fuentes disponibles de energía proveniente del sol se encuentra la estrictamente solar. Que va más adelante de la captada sobre la superficie de nuestro planeta y constituye hoy el 50 por ciento de la electricidad en Israel y Chipre. Son varios los países que, aprovechando su proximidad a la línea ecuatorial, se han inscrito en forma en su investigación y aprovechamiento económico. La Agencia Internacional de Energía calcula que para 2060 una tercera parte de la energía global tendrá origen solar.
Humboldt vio las posibilidades infinitas de la Orinoquia y escribió proféticamente que las alternativas de aprovechamiento técnico del sol tendrían su hora plena en esta región. No he encontrado un solo documento de origen gubernamental donde se desarrolle esta idea más de 200 años después de los viajes del sabio alemán, cuando la factibilidad de la energía solar está ya probada.
¿Por qué energía solar espacial? En el espacio hay cantidad inmensa de radiación solar pero no nubes. Así, viene refinándose la idea de recoger energía utilizando espejos gigantes que a su turno la enviarían a la Tierra utilizando rayos laser. Ciencia ficción para los filósofos colombianos de la pequeñez -que aún abundan- pero filón de crecimiento para científicos e investigadores, varios de ellos de nacionalidad chilena y peruana.
Por lo pronto, todo lo que necesitaríamos es capturar 1 unidad de 10.000 partículas de rayos solares que se acercan a nuestro planeta para satisfacer 100 por ciento de las necesidades globales. Para comenzar se requiere la utilización de paneles solares nano-construidos con sus respectivas células. Esta idea se inicia en las décadas del 60 y 70. Ya produjo sistemas de tecnología de comunicación inalámbrica y, afirma el futurista británico Richard Watson en uno de sus fecundos ensayos, la energía solar espacial es su progresión lógica.
La generación espacial de energía tiene multitud de ventajas. En el espacio no hay lluvias, ni tormentas, ni huracanes, ni nubes que obstruyan el canal directo con el Sol de manera que los paneles podrían recibir radiación solar 24/7. Tampoco hay aire en el espacio así que la energía solar no tiene que filtrarse a través de gases atmosféricos y el sistema no tiene la contrapartida llamada polución.
Situar paneles en el espacio parece una operación de epopeya pero cuando se advierte que ya se viene haciendo exitosamente sólo queda proyectar, aquí, su factibilidad. También emerge el problema de pérdidas en la transmisión de energía desde el espacio a la superficie de la Tierra como la dificultad de mantener los rayos de energía restringidos al campo de las antenas conectadas a las estaciones receptoras. Se trata de problemas solucionables.
Hace 5 años Pacific Gas & Electric, conglomerado norteamericano, firmó un acuerdo con la compañía Solaren Corporation para desarrollar la recepción de energía vía colosales paneles satelitales. El consorcio estará operado en 2018. Científicos japoneses y norteamericanos ya transmitieron energía en la forma de microondas entre dos islas hawaianas distantes 145 kilómetros.
Cuando se miran proyectos hechos con grandeza de óptica como el denominado Desierto de Mojave (EE.UU.) o Andasol (España) y se echa un vistazo atrás con lo que hizo Chile en pleno siglo XIX en Las Salinas (precursores de la energía solar) nos debe picar el remordimiento: ¡no podemos perder más el tiempo!