JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Febrero de 2014

Venezuela y la Canciller

 

No se le pueden pedir peras al olmo. Para la canciller María Ángela Holguín, ocupada en gastos inocuos en nuevas vajillas para el Palacio de San Carlos y cocinar injurias contra quienes queremos el país, los jueces de la CIJ y todos los colombianos de sexo masculino, la noción de panamericanismo democrático debe ser un estúpido juego de palabras.

Y el padre de todos los internacionalistas colombianos, Jesús María Yepes, será para esta funcionaria -que nada lee ni estudia- una fotografía intrascendente de un viejo inane y aburrido. Entonces hay que contarle que Yepes, además de diplomático eminente, fue no sólo un estudioso consagrado del derecho internacional. Es con el cubano Antonio Sánchez de Bustamante y el chileno Alejandro Álvarez Jofré, padre de la cultura jurídico-internacional latinoamericana.

Yepes racionalizó la teoría del panamericanismo democrático a partir de las obras de Clay, Bolívar, Monroe, Blaine y la síntesis que hizo de las conclusiones de las conferencias consultivas de Panamá (1939), La Habana (1940), Rio de Janeiro (1942) y México (1945). Este trabajo académico fundamental fue hecho por Yepes en lengua francesa en un libro denso de casi 400 páginas que tituló Philosophie du Panaméricanisme et Organisation de la Paix (Éditions de la Baconniere, Neuchatel, 1945).

Así, mucho antes de que la Carta Democrática Interamericana naciera en 2001 y Humberto de la Calle se declarara progenitor por los siglos de los siglos de la noción de democracia necesaria en las Américas (¡!), el panamericanismo democrático existía en multitud de instrumentos legales en vigor.

Pero dejemos que sea Yepes quien hable:

La defensa de las instituciones democráticas y republicanas constituye la primera norma del derecho panamericano.  El espíritu de la democracia debe estar en la esencia de las estructuras institucionales de todos los países americanos como su alma misma. Las conferencias panamericanas reconocen la democracia como la espina dorsal del derecho internacional americano. En América, democracia significa régimen representativo ante todo, no necesariamente parlamentario. Y dentro del concepto de democracia el distintivo característico debe ser el derecho de los ciudadanos a expresar libremente su opinión y criticar al gobierno de turno, como de hacer y organizar la oposición. El desafío es  edificar los mecanismos panamericanos para garantizarlo (resumido del capítulo XIX - La Defensa de las Instituciones Democráticas y Republicanas, páginas 234-265)

Estos mecanismos se han desarrollado desde 1945 y habrá que pedirle a algún asesor jurídico del despacho que se los explique a la ministra de RR.EE. Colombia tiene la obligación jurídica internacional de defender y salvaguardar las instituciones y normas democráticas no sólo en Venezuela sino en su propio seno.

¿Qué está esperando la Canciller para actuar? Se silenció NTN24 y la democracia en Venezuela es hoy su remedo sucio y cruel. Los presidentes de Ecuador, Argentina y Nicaragua juegan al panamericanismo anti-democrático y Colombia encarna una ambigüedad que se está volviendo insostenible. De esta posición, que ofende el panamericanismo democrático y sus instrumentos legales es responsable Holguín. Algún colega columnista escribió hace unos meses que es ella quien se empeña en impedirle actuar al presidente Santos. Me temo que esto sucede.

No se explica de otra manera que haya ocurrido lo de la semana pasada y Colombia salido a invocar más diálogo. Existe la obligación internacional de defender la democracia en Venezuela y activar los mecanismos interamericanos para hacerlo.  Hay un imperativo moral de darle la mano a un país hermano cuya postración tiene que dolernos en lo más hondo. Pero  nuestra ministra de RR.EE. no entiende de estas cosas. Por ello es necesario que el presidente Santos tome en sus manos la política exterior.