Una utopía hecha realidad
Es difícil que las utopías se vuelvan realidades. Sin embargo, a pocos kilómetros de Yopal, esta semana, una bella utopía se ha comenzado a volver realidad.
La primera cohorte de ingenieros agrónomos formados en la escuela denominada Utopía, y dedicada a los estudios superiores de las ciencias del campo que regenta en aquella bella región la Universidad de la Salle, han obtenido el grado de ingenieros agrónomos.
Pero la escuela Utopía tiene una característica que la hace peculiar: solo recibe a jóvenes estudiantes que provengan de regiones azotadas por la violencia y el desplazamiento; y solamente acoge a estudiantes de muy bajos recursos, a quienes, de otra manera, les sería imposible costearse los estudios.
Son, pues, estudiantes que por su origen, les duele Colombia. Y conocen de primera mano las dolorosas experiencias de la violencia y del desplazamiento en sus comarcas y en sus familias. Y que ahora, ya transformados en profesionales de las ciencias agrícolas, podrán retornar a sus comunidades a aportar en términos de desarrollo humano lo mucho que han aprendido en sus años de formación en la Universidad de la Salle.
Este es un ejemplo concreto y palpable de lo que se quiere decir cuando se habla de la nueva visión del desarrollo rural que requiere Colombia para la época del posconflicto.
Según un estudio reciente del Ministerio de Educación, de cada 100 jóvenes que anualmente se están graduando como tecnólogos, o en alguna disciplina de educación superior, apenas 2 lo hacen en disciplinas asociadas al campo.
Obviamente, se trata de un porcentaje bajísimo si tenemos en cuenta que Colombia es, y seguirá siendo, un país con una clara vocación agropecuaria donde se requieren con apremio más profesionales formados en todas las amplias disciplinas que rodean la actividad agropecuaria.
La productividad del país rural necesita en los años venideros, no solamente de más dotación de tierra para los campesinos que, sin tenerla, quieren retornar al campo. Sino de bienes públicos en mayor proporción como asistencia técnica, riego y drenaje, vivienda rural, vías, semillas, comercialización y, por supuesto, de mejor formación y calidad del capital humano.
Por eso es tan significativa la graduación esta semana de los jóvenes agrónomos en la Universidad Utopía, regentada por la comunidad Lasallista en sus instalaciones cerca de Yopal. Jóvenes arrebatados a la pobreza y a la violencia en sus comarcas, retornarán a ellas transformados en ingenieros agrónomos para contribuir a la paz y al desarrollo de la Colombia rural del siglo XXI.
Una utopía se ha comenzado a volver realidad. ¡Felicitaciones!