JUAN CAMILO RESTREPO | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Diciembre de 2013

Berlusconi: ¿cae el telón?

 

El  miércoles de esta  semana que termina, el Senado Italiano ha decretado la pérdida de investidura del senador Silvio Berlusconi. Es el epílogo de una agria lucha jurídica-política que se prolongó durante varios años, y que no tiene precedentes en la vida pública contemporánea Italiana. Esta decisión abre también el interrogante de si marcará o no el fin de la carrera política del controvertido dirigente.

Veamos. Después de surtir las instancias procesales reglamentarias, el asunto Berlusconi llegó ante la alta corte de casación -la más alta autoridad judicial Italiana- la cual lo condenó en última instancia por el delito de defraudación tributaria en negocios relacionados con su imperio multimedia y de canales de televisión. Nótese que la condena nada tuvo que ver con el sinnúmero de bochornosos episodios de farándula sexual en que se vio envuelto el tres veces presidente del consejo de ministros de la República Italiana.

El debate se ha prendido inmediatamente, e incendia naturalmente a toda Italia en este momento. Los contradictores de Berlusconi dicen que este es el triunfo del estado de derecho sobre los caprichos arrogantes de una sola persona. Argumentan que el Senado se ha limitado a aplicar una ley que prohíbe que nadie  ocupe un sillón parlamentario si ha sido condenado en última instancia en una causa criminal. Que la ley, en síntesis, es igual para todos.

Los defensores de Berlusconi que no son pocos (su partido, “Forza Italia”, sacó nueve millones de votos en las últimas elecciones) lo presentan como un mártir. Argumentan que la ley que lo sancionó, siendo  de naturaleza criminal, tuvo una aplicación retroactiva, prohibida en materias penales. Anuncian que llevarán el caso ante las Cortes de derechos humanos europeas. Y llaman a  defender en la plaza pública la causa que perdieron en el Senado. El mismo Berlusconi ha salido arrogante y dolido a decir que seguirá haciendo política; que no crean que se recluirá en un convento; que continuará como líder de Forza Italia por fuera del círculo parlamentario; y que la decisión del Senado de esta semana fue un atropello a la libertad y a sus derechos fundamentales.

La pelea está pues casada, no concluida. Como tampoco parece estar  concluida la carrera política de Berlusconi que lleva ocupando durante más de veinte años los primeros escenarios en la política Italiana.

Lo cierto es que la mayoría de la opinión pública italiana, de los partidos políticos, de la academia, de los empresarios y trabajadores, ha recibido esta decisión del Senado con entusiasmo. Si bien la pérdida de investidura no tuvo como  motivo las peculiares y sonadas andanzas sexuales del “Cavalieri”, no es menos cierto que con la sanción ética y política que le acaba de aplicar la mayoría de los senadores le ha devuelto a Italia un aire de decencia, de decoro y de respeto a la ley que se habían perdido durante la era Berlusconi.

Es indudable que la Italia de los “valores”, como se llamó en su momento el movimiento y el espíritu ciudadano que surgió como consecuencia de la operación anticorrupción conocida como “manos limpias” a finales del siglo pasado, ha encontrado un reverdecer con la condena de este extravagante personaje.