Tanto Estado como necesario
“Tanto mercado como posible, tanto Estado como necesario", reza el eslogan de la tercera vía, por estos días tan citada.
El episodio de las cartelización descubierta por parte de los productores de pañales, en buena hora sancionada por la Superintendencia de Industria y Comercio, demuestra que en este campo -como probablemente en otros muchos- hay poco respeto por la transparencia en la vida empresarial colombiana, es decir, deficiente funcionamiento de los mercados fijando precios abusivos a los consumidores. Y se requiere por tanto mucho más Estado, o sea, aplicación fuerte de las leyes antimonopolio. Como afortunadamente se dio en este caso.
Una primera voz de felicitación va para el doctor Robledo y todo su equipo de la Superintendencia de Industria y Comercio, autoridad encargada de aplicar la legislación represiva contra las prácticas restrictivas del mercado en Colombia. Bajo su liderazgo, la aplicación de la ley contra las prácticas restrictivas y monopólicas ha adquirido realce y dientes en los últimos tiempos. Las investigaciones para demostrar que se está quebrantando la transparencia de los mercados no es tarea fácil. Requiere no solo aplicación fría de las normas, sino actividad detectivesca y olfato como sucedió en este caso.
El doctor Robledo le ha devuelto, no solo con este episodio de los pañales sino en muchos otros que se han fallado en los últimos tiempos, perfil a la autoridad encargada de hacer cumplir la ley represiva de las prácticas restrictivas del comercio en Colombia. Felicitaciones.
No en vano la Constitución del 91 dice algo que a primera vista suena muy sutil pero que entraña una profunda significación: el imperativo de respetar las normas de la libre competencia no es solo un deber de los empresarios sino un derecho de los consumidores.
Así lo ha demostrado este caso de los pañales. Los empresarios productores de este artículo de primera necesidad utilizado por infinidad de familias se coludieron por más de una década para extraerles injustificadamente más de 700.000 millones de pesos a los consumidores colombianos.
Están, pues, más que justificadas las sanciones a las empresas mismas y a los directivos que se cartelizaron para fijar unos precios que no resultaban del libre juego de la oferta y demanda, sino que como ha venido a saberse se fijaban artificialmente, como lo demuestran fehacientemente los mensajes por lo demás bastante burdos, que pudo recaudar la Super de Industria y Comercio.
Ahora que se está hablando de crear un ministerio especializado en temas industriales debe recordarse que una pieza esencial en una economía de mercado como la nuestra, donde se respeta la iniciativa privada y la libre competencia, tiene que ser, precisamente, que se hagan cumplir a rajatabla las normas antimonopolio.
Más a menudo de lo que se piensa, el mercado resulta falseado en demérito de los consumidores por comportamientos indebidos como éste de los pañales, a través de los cuales se hace una burla de la libre competencia. Y se causa grave perjuicio a los consumidores.
La apertura internacional a los mercados externos tiene una fase positiva que a veces se olvida, pero que es bueno recordarla: mientras más competidores haya menos riesgos de colusión se presentan. Pues cuando los mercados son cerrados y solo existen unos pocos productores, sin competencia extranjera, pueden acordarse fácilmente para defraudar a los consumidores.
El episodio de los pañales pone también de manifiesto los indicios de que en torno de otros productos de primera necesidad (productos de aseo, por ejemplo) hay prácticas similares a la que se ha descubierto para el caso de los pañales. La misma Superintendencia ya ha anunciado que los investiga también.
Ojalá la dinámica que le ha impuesto a este campo crucial de protección al consumidor por parte de la Superindustria y Comercio se continúe. Para beneficio de quien finalmente debe ser el punto focal de todas las políticas públicas, así no tenga gremios o lobbies que lo protejan: el consumidor colombiano.