Señal de alerta
La recta final del año deja a la vista, de manera muy clara, la aglomeración de intenciones, perspectivas y efectos para la economía nacional, provenientes del exterior en medio de la Reforma Tributaria, que retardada llegó al Congreso. Luego de más de 6 meses de incertidumbre, sobre si habría o no reforma, la propuesta apareció con el relevo en el Ministerio de Hacienda.
El país siempre percibe un cambio tributario, como una catarata de alzas, aunque no sea esa la intención del Gobierno. Desde la presentación del proyecto, las explicaciones del ministro Cárdenas, las intervenciones del presidente Santos y el apoyo didáctico de expertos, mejoraron en algo el panorama. No del todo desaparecieron los temores de distinto orden en la ciudadanía.
Nadie discute el propósito de crear un millón de empleos, producto del alivio tributario a las empresas, vieja y repetida exigencia, pero se guardan reservas en que se consolide. Son muchos los ciudadanos de estrato medio, quienes confían en que en verdad, se haga efectiva la reducción de siete a tres, las tarifas del impuesto a las ventas. A un consumo de 5 mil pesos en cafetería es ridículo cobrarle IVA.
A la carta de intenciones y proyecciones se suman los anuncios oficiales que calculan un aumento del 18 por ciento en la generación de empleo, avalado por algunos gremios de industria y comercio.
Detrás de la reforma ronda como sombra muy oscura, el reajuste del salario mínimo que, hace honor a su nombre y no al alza justa que merece fijarse.
No se pone en duda la advertencia del Gobierno para que la contratación laboral pase de la informalidad a la formalidad. Otra cosa es que en la práctica, entre el empleador y el trabajador, surgen múltiples arreglos para hacer pagos salariales.
Con todo el reconocimiento que merece la pequeña y mediana empresa, también se señala que hay casos de contratación irregular de trabajadores, sin normas legales en protección social.
En empleo, a juicio de expertos, los efectos solo se podrán reflejar dentro de dos años. Agregan que habrá necesidad de mantener estabilidad tributaria para evitar influencias económicas externas.
Habrá emergencia en Colombia, si Estados Unidos hace ajuste fiscal fuerte, a partir de enero, como lo anunció ese Gobierno. Se desacelerará el crecimiento económico de esa nación, según analistas estadounidenses. Y llegarían repercusiones con encarecimiento de importación de productos y materias primas y duro golpe a exportadores colombianos.
El país juega su carta económica para lo que resta del actual Gobierno, bajo una señal de alerta, que no puede pasar inadvertida. En consecuencia se requeriría, sin descuidos, estrategia de protección a exportadores