‘Pateando la lonchera del petróleo’
En julio de 2011, de acuerdo con el Informe titulado “Global Petroleum Survey” y publicado por el Fraser Institute, Colombia ocupaba el puesto 48 en el mundo en términos de su atractividad a los inversionistas internacionales de petróleo y gas. Entre las razones que se aducían estaban un clima propicio a los inversionistas, leyes que garantizaban confianza y estabilidad, un ambiente tranquilo social y políticamente hablando, entre otros temas. Este resultado era mejor que el del año 2010, y sin duda alguna explica el éxito que vino a continuación con el desarrollo del sector de hidrocarburos.
El año 2012 logró lo antes impensable: una producción diaria promedio de más de 1 millón de barriles, una contribución significativa al crecimiento del PIB desde el sector (que explicó el repunte del país), y una fuente inagotable de recursos de inversión extranjera, que en el sector superaron los 13.000 millones de dólares. Sumado a lo anterior se dieron nuevas exploraciones y el país encontró una interesante fuente de desarrollo en el mediano y largo plazos.
En el año 2012, a pesar de que en el mismo estudio ocupamos el puesto 65, logramos sostener el segundo lugar en América Latina, ya no detrás de Chile, sino de la Guyana. Positivamente el país siguió mejorando su indicador, pero empiezan a aparecer dos inquietudes: una referida al problema de inseguridad y otra a la demora injustificada en el proceso de licenciamiento ambiental, que parece todos los días más grave. No obstante lo anterior, siguen siendo positivas y destacadas las estrategias para atraer inversión extranjera, la tarea de las rondas que viene desarrollando la Agencia Nacional de Hidrocarburos, las leyes anticorrupción y la estabilidad legal.
En este escenario optimista, y con inquietante impacto, viene haciendo carrera en el país una campaña de desprestigio a dicho sector, que parece explicable por el “neofundamentalismo” que ahora tiene tinte de medio-ambiental. De tiempo atrás algunos medios, formadores de opinión, ONG y similares, vienen construyendo en el país un discurso fundamentalista por los temas sociales y ambientales, sin capacidad para objetivamente valorar lo que realmente está sucediendo en el sector.
Esta realidad está animando la minería ilegal e informal, y destruyendo aquella que cumple con los requisitos que se le imponen y que lo ha hecho en muchas naciones del mundo.
Lo que no nos estamos dando cuenta es que detrás de esta campaña el que pierde es el país y desaprovechamos la oportunidad que tenemos. El riesgo del sector de hidrocarburos es nuestra propia incapacidad para direccionar los gigantescos recursos fiscales que genera, para avanzar en política social, para mejorar en educación, para convertir una bonanza de corto plazo en oportunidades de largo aliento.
En el mundo entero hay ejemplos exitosos de esto en casos como Canadá, Finlandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, y muchos más. Mientras tanto en Colombia preferimos “patear la lonchera” y acabar con un pasaporte más que tenemos para seguir creciendo y entrando al mundo más desarrollado.
JOSE MANUEL RESTREPO ABONDANO
jrestrep@gmail.com