JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Enero de 2013

Un año en amarillo
Cerrado el año viejo de cara a lo que sigue en el nuevo es siempre conveniente hacer un balance del mismo. Un balance que objetivamente muestre los aciertos y desaciertos. Y digo objetivamente, porque viene haciendo carrera en Colombia una mirada de parte y parte que o es demasiado optimista o demasiado pesimista, pero en ambos casos muy poco realista.
El año que termina nos deja una economía muy atractiva a escala internacional, que atrae cifras inimaginables de inversión extranjera, pero prende alarmas en nivel nacional por la baja tasa de crecimiento económico. Podría esta última justificarse por la crisis internacional, pero esa situación fue igual o peor en el 2011 y sin embargo en dicho año crecimos por encima del 5%. Hay razones internas como el deterioro en industria, construcción, la alta revaluación, y la acelerada pérdida de competitividad del país, que merecen más atención.
En materia internacional logramos un avance importante en el reconocimiento al país en cuanto escenario existe en nivel internacional, publicaciones de prensa y reuniones multilaterales (ej. Cumbre de las Américas), así como avances en los tratados de libre comercio; no obstante vale decir también que la derrota en La Haya, y la consiguiente preocupación por los habitantes de San Andrés deja un muy mal sabor.
En el manejo de la seguridad vimos un país con mejoramiento significativo en las grandes cifras de inseguridad, pero con la vivencia real de campesinos y finqueros que sufren a diario el deterioro de la misma en regiones apartadas de las grandes urbes. Así, pues, mejoramos en las ciudades y empeoramos en el campo. Mientras ello ocurre, vemos con optimismo un proceso de paz con una facción minoritaria de las Farc, pero al mismo tiempo nos preocupa que el secuestro y la producción de droga no cedan en la otra guerrilla mayoritaria del suroccidente del país. Tristemente los actuales secuestrados se quedaron en el limbo de la guerrilla que no está negociando, y en la mentira de la que sí lo está haciendo. ¡En cualquiera de los casos, seguirán privados de su libertad!
En política social vemos esfuerzos importantes en el trabajo con las víctimas, en la disminución de la pobreza, y en programas como el de vivienda gratis, pero al mismo tiempo nos preocupa que el país se acostumbre a los subsidios y regalitos, como si eso fuese sostenible y deseable.
Finalmente en política, nos equivocamos gravemente en el trámite de la reforma a la justicia y medio acertamos en la tributaria. Sin embargo, los privilegios se siguen manteniendo con las pensiones altas y el clientelismo al Congreso con remozados auxilios parlamentarios no suena bien.
Finalmente en el deporte oro y más éxitos.
Llegó el momento de poner la alerta amarilla en un país que reclama más ejecución y menos preocupación por encuestas.
Y salvo por sus equipos de fútbol, Bogotá caso aparte por su desastre e improvisación en el gobierno local (aquí sí alerta roja hace rato).
jrestrep@gmail.com
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