Educación
Propone el Gobierno unificar la jornada en los colegios, de manera que se cumplan los fines de la Ley General de Educación, se garantice que los estudiantes permanezcan mucho más tiempo en ellos y que, con una mayor intensidad, culminen sus etapas de formación mejor preparados. Debemos salir del vergonzoso lugar en que aparece Colombia en las pruebas Pisa. Sin duda, es una buena iniciativa, que además corresponde a una obligación plasmada en la ley, pero es muy importante que este criterio se complemente para lograr una auténtica formación integral de los niños y jóvenes.
Resulta trascendental que tanto el Gobierno como las escuelas y colegios consideren lo relativo a contenidos mínimos de los programas y al método educativo, porque todo indica que en los últimos años se ha venido deteriorando el nivel de la calidad académica. Hay necesidad de exigir mucho más en materia de preparación, lo cual a su vez demanda esfuerzos adicionales de directivos, docentes y estudiantes.
Asignaturas como Historia General y de Colombia, Idioma Castellano, Literatura, Instituciones Políticas, Filosofía, Ética, deben pasar del nivel superficial en que se encuentran. Para el estudiante no debe ser tan fácil aprobar. No es buena la promoción automática en vez de la calificación estricta.
Además, la formación en los principios básicos de convivencia, en los valores de la democracia, en la tolerancia, en el respeto a los demás, resulta indispensable para erradicar prácticas tan detestables como el matoneo y la discriminación.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, educar significa “dirigir, encaminar, doctrinar”; “desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.”.
Se trata, más que de transmitir conocimientos -lo cual podría lograr el autodidacta, sin necesidad de profesor- de moldear el carácter y de formar la personalidad dentro de una clara conciencia acerca del papel que cada uno habrá de desempeñar en el futuro en el seno de la sociedad. Algo muy importante es la formación en la responsabilidad, como lo escribió hace 43 años monseñor Guillermo Agudelo, un eximio educador colombiano, en su obra Ética profesional de la educación. Un libro esencial, que los actuales maestros deberían leer.
En Colombia es urgente formar hombres y mujeres capaces, que entiendan que por sus acciones y omisiones habrán de responder ante la sociedad, ante la justicia y ante ellos mismos.