La colonización
Hace poco, la editorial Siglo Veintiuno Editores, publicó una reedición del libro Angola: mito y realidad de su colonización, del historiador Gerald J. Bender, una obra que condensa una investigación historiográfica profunda sobre el colonialismo portugués en Angola.
Su autor examina con la sapiencia de un investigador erudito los mitos de la colonización portuguesa en Angola y controvierte la teoría del lusotropicalismo, que sostiene que la colonización portuguesa en África y Brasil se caracterizó por una legislación de igualdad, de tolerancia étnica y de promoción de la mezcla racial.
El ideólogo del lusotropicalismo fue el sociólogo brasilero, Gilberto Freyre, quien estructuró esta teoría para defender el carácter diferencial del colonialismo portugués del resto de Europa. La tesis de Freyre es que Portugal hizo una colonización más humana y más incluyente con la aceptación del mestizaje.
Bender desmonta las falacias de que la colonización portuguesa en África fue diferente a la que hicieron el resto de las potencias europeas; para Bender el colonialismo portugués en Angola, Mozambique y Guinea Bissau fue tan cruel y atroz como el genocidio belga en el Congo. Por eso critica el mito estructurado por Portugal de que había sido la única potencia colonial que había practicado el principio del multirracialismo, creando en sus colonias unas sociedades multirraciales armoniosas. Por lo tanto no había hecho un colonialismo de rapiña como el resto de Europa, sino una política avanzada y de hermandad humana que le deba un derecho moral a continuar con sus dominios coloniales en África.
Bender esclarece que el multirracialismo que tanto enorgullecía Portugal fue hecho por la escoria social de asesinos, ladrones, vagos y en general el lumpen sacados de las cárceles y recogidos de las calles y arrojados como basuras humanas en las playas de Angola.
Un fenómeno que explica a grandes rasgos las razones de fondo para que existiera una mayor preponderancia en las uniones entre blancos y negros, seres humanos excluidos por sus condiciones económicas, sociales y raciales por la metrópoli.
El libro revela que la política de emigración que puso en marcha Portugal durante cinco siglos hacia sus colonias fue de limpieza social que incluyó a los judíos y gitanos, su meta fue desocupar las prisiones y las calles de las ciudades lusas, enviando a criminales, vagabundos, prostitutas y pobres a las colonias en África.
Una política perversa que en la segunda mitad del siglo XVII, un gobernante colonial decía que se debían frenar las deportaciones de personajes de la peor calaña, porque generaban graves problemas de orden social en Angola. En conclusión: este libro permite conocer la crueldad del colonialismo portugués en Angola.