Legalización del suicidio asistido
Con el objetivo de continuar con las propuestas absurdamente
denominadas “progresistas” se impulsa ahora la legalización de la
eutanasia que, junto al aborto propuesto sin límites por la Ministra
de Justicia del gobierno Santos y, la adopción de niños por parejas
homosexuales, completan el menú de la república libertina en que
muchos desean ver convertida a Colombia.
Con la justificación de proporcionarle al enfermo terminal una muerte
digna que, le evite sufrimientos, se propone la eutanasia voluntaria,
o sea que a solicitud del enfermo se le mate. La primera pregunta que
surge es aquella que nos lleva a interrogarnos sobre la dignidad de la
vida y la respuesta es que esta debe cobijar al ser que está por
nacer, al nacido, al adulto sano o enfermo, independientemente de que su
dolencia sea terminal o no. Respetar la vida de todo ser humano,
capacitado o discapacitado, desarrollado o atrofiado, es derecho
fundamental, intrínseco del ser humano, desde su concepción hasta su
muerte natural.
Que se debe respetar la autonomía del enfermo terminal es otro de los
interrogantes que surgen y entonces la cuestión es: ¿no es
precisamente la autonomía que se predica, de quien está cerca de su
muerte la que esta totalmente minada, psíquicamente menoscabada?
¿Hasta dónde puede un enfermo terminal, en condiciones psicológicas de
absoluta vulnerabilidad, tomar la decisión de pedir que se le mate?
¿O estará esta persona en condiciones propicias para ser presionada a
tomar la determinación de pedir que acaben con su vida?
Otra pregunta que surge es si la ciencia médica, la investigación y
los avances, que se logran día a día, buscan promover la buena salud,
prolongar la vida humana, ofrecer al enfermo condiciones dignas para
sobrellevar su enfermedad hasta sus últimos días o, por el contrario,
su propósito es renunciar a todo esto de un tajo y, usar la ciencia
médica para matar a seres humanos.
Consagrar la eutanasia como una posibilidad legal estaría induciendo a
muchos médicos a desatender a los enfermos terminales, a renunciar a
la consagración, incluso a la compasión que deben tener con ellos.
Legalizar la eutanasia desestimulará los esfuerzos de la investigación
científica para ofrecer a los enfermos terminales cuidados paliativos
más dignos. Estos son aquellos que llevan a la sedación del paciente,
a quien previamente se le debe informar que para evitarle el dolor
insufrible hay que llevarlo a ese estado de inconsciencia.
La realidad que nunca se dice sobre la eutanasia, es que esta, es
inducida por situaciones de desatención total con los ancianos y
enfermos, que se sienten abandonados por sus seres queridos para
quienes seguramente, se han convertido en una carga, inclusive
económica.
Abandonados, además, por políticas integrales de atención a la salud
por parte del Estado, que en Colombia no las hay, pues el sector salud
sufre una de las peores crisis, hasta tal punto que más de un enfermo
ha muerto esperando turno en las interminables colas para ser
atendidos. ¿Cuántos muertos más tenemos que soportar en estas
condiciones para que el Gobierno tome las medidas necesarias?
Revertir estas condiciones de insatisfacción por la prestación de la
salud, atender a los enfermos con el debido amor y cuidado por parte
de sus familias, en asocio y con el apoyo integral del Estado, es más
ético y respetuoso de la dignidad intrínseca del enfermo que asumir
la posición irresponsable y facilista de legalizar un homicidio.