La piedra en el zapato
Es entendible que las Farc quieran presionar al Estado con 10 puntos en busca de ganar presencia y “reconocimiento”. Sin embargo, no deja de sorprenderme la capacidad que tienen sus dirigentes para creerse más de lo que en realidad logran ser. Estoy seguro de que si mañana se firma la paz y Márquez llama a las Farc a que abandonen sus actividades ilícitas, específicamente el narcotráfico, su llamado servirá más para que el grupo armado cambie de nombre mas no de dinámica.
No pretendo decir que la paz en Colombia es como la ciudad del Dorado. Lo que sí quiero destacar es la necesidad de dar a todo sus justas proporciones, y evaluar el proceso de La Habana en un contexto en el que no predomine el entusiasmo. Que las Farc jueguen a presionar al Estado puede ser una estrategia reconocible como legítima por algunos, pero la verdad es que su discurso agrandado no coincide con una realidad en la que ellos tienen más influencia como poder bélico del narcotráfico que como movimiento ideológico.
Sin embargo, y si aceptamos que existen seguidores engañados que creen la mentira de que las Farc representan unos ideales populares, es necesario ponderar y dejar claro ¿a quién le corresponde qué? en ese listado de puntos que el grupo armado propone.
Primero lo primero, si algo ha demostrado la influencia de las Farc es su incapacidad para consolidar modelos sostenibles o igualitarios. Para la muestra el Cauca de hoy, tierra de nadie que después de la influencia de Márquez y sus amigos sólo muestra pobreza y delincuencia común.
Piden también garantías para ejercer el derecho a la oposición o para que sus miembros puedan ejercer la política. Le pregunto yo a alias Timochenko, a Márquez y a esa cúpula de mentirosos: ¿no les da vergüenza exigir algo que ustedes, descaradamente, no permiten? ¿Acaso los diputados del Valle no eran merecedores de eso que ustedes reclaman? ¿Se les olvida la forma en que ustedes también han cometido crímenes en contra de la participación política en Colombia?
Piden garantías para todo pero en ningún momento hablan, por ejemplo, de cómo ellos van a pagar por el sistemático reclutamiento de menores en sus filas. Niños a los que no sólo se les robó la oportunidad de decidir en sus vidas, sino que fueron sacrificados en frentes de batalla por orden de aquellos que hoy, desde La Habana, piden y piden sin prometer mucho a cambio.
En mi opinión, las Farc se burlan de la sociedad civil al pretender demandar algo que ellos no han sido capaces de hacer y en busca de ganar ese pulso que históricamente han perdido: la legitimidad popular.
@barrerajavier