JAVIER A. BARRERA | El Nuevo Siglo
Sábado, 9 de Febrero de 2013

Política de parásitos

 

Después  de leer la entrevista al precandidato presidencial Juan Carlos Vélez, publicada en semana.com, me queda una idea clara sobre la hipocresía política de Colombia y la soberbia política que se da al expresidente Uribe.

Esta semana leí la columna de Fernando Londoño y no pude sino sentirme decepcionado de los argumentos de quien yo consideraba el único representante sensato del uribismo. Dice Londoño que la gente leyó mal a Santos durante su campaña, para descubrir ahora que Santos apoyó el proceso de paz del entonces presidente Andrés Pastrana. Después de leer eso: decepción, frustración y algo de tristeza.

Si la gente no lo leyó bien fue, precisamente, porque el trabajo de la máquina uribista se encargó de desviar el discurso, acomodar la realidad y enfilar los beneficios de Santos en pro del interés uribista por “invertir” sus votos en un títere  y no en un presidente.

Ahora, cuando resulta necesario, Londoño escudriña en las emociones de los colombianos y dispara tiros de atención para minar la imagen del hoy Presidente y, seguramente, próximo candidato a la reelección.

Volviendo a la entrevista de Vélez, me sorprende lo directo de su discurso y la confianza con la que asegura que, palabras más palabras menos, la voluntad de los colombianos es propiedad del expresidente Uribe. Todo esto amparado bajo la cuestionada transparencia de las encuestas de Datexco.

Sin ningún reparo dice cosas como que el partido conservador debe unirse al proyecto uribista y amenaza diciendo que si “realmente quieren ser opción de poder, tienen que participar en este proceso”. Es decir, el uribismo no sólo es dueño de la razón nacional, ahora resulta que también tiene el monopolio ideológico sobre lo que es un proyecto de nación correcto.

Lo más triste de la entrevista a Vélez es la forma de argumentar sus intenciones electorales “Uribe me dijo que quería que yo hiciera este ejercicio”. ¿Qué clase de político compromete sus ideales a la voluntad de un tercero? ¿Qué clase de estadista podrá ser alguien cuyos ideales no son más que la ganancia de su vida como parásito político?

Con descaro y oportunismo comenta que “Si la cosa cuaja, pues para adelante”, pero que si no apoyará al que le toque. En conclusión la consigna del uribismo pareciera ser: venimos a repartirnos lo que queda, sencillo.

Las afirmaciones de Vélez y de Londoño nos reflejan un problema social, intelectual e ideológico sin precedentes. En un país que debería aprovechar el momento regional para diseñar un proyecto de nación provechoso, nuestros políticos son parásitos sin cerebro.

Servidores de segunda cuyos nombres deberían escribirse con minúsculas, porque ese es el tamaño de sus ideales, de sus aspiraciones y de su mediocre visión de mundo.

@barrerajavier