Pobre Bogotá
Como si no tuviéramos suficientes problemas ahora se presenta, por la administración distrital, el proyecto para cobrar el ingreso a zonas congestionadas de vehículos particulares y públicos, dizque para agilizar la movilización ciudadana. Vías No, Impuestos Sí, es la consigna. Vivir en la ciudad es un sacrificio que se incrementa con la falta de sentido común, la improvisación y la locura de quienes ya no saben qué hacer sino aumentar la incertidumbre, asustarnos, confundirnos, crear pánico, enredar todo.
La iniciativa, que de ser aprobada por el Concejo no podría ponerse en práctica sino año y medio después es un despropósito. Las zonas congestionadas lo están porque, con impuestos estrafalarios o sin ellos, no existen otras por donde transitar, a pesar del pago anual de sumas crecidas para la utilización de vehículos a la Secretaría de Movilidad cuyo nombre no corresponde con la realidad. No acaba de conocerse la noticia cuando el debate se centra en quienes tendrían el privilegio de entrar en las áreas determinadas exentos del pago, pero se parte de no hacerlo con automotores oficiales, de guardaespaldas, carros blindados, ambulancias, transporte escolar, turismo y conducidos por discapacitados. De manera imprecisa, se menciona una tarifa diferencial para cobrar menos a los propietarios de automotores que residan dentro de los perímetros de congestión, por cierto, no los del proyecto, sino todos los de la ciudad. La tasa la tendrían que pagar entonces propietarios y conductores de vehículos particulares, buses, taxis, transporte de carga, los bogotanos que acepten la recomendación de inmovilizar sus carros y dejarlos en los garajes o buscar caros parqueaderos. Para el cobro, el Distrito usaría dispositivos electrónicos diferentes a las cámaras para identificar los vehículos que transiten en cada sector.
El programa no tiene pies ni cabeza. Ojala la tengan los ediles para estudiarlo y negarlo. A la señora Susana Muhamad, secretaria del Ambiente, que defiende, según ella, el medio ambiente hay que recordarle: este no se protege en contra del derecho fundamental de vivir en comunidad. ¿Cuál nuevo aire vamos a respirar si la población, el número de vehículos y la polución, en lugar de disminuir se incrementan sin nuevas vías, ampliación de las actuales y recuperación de la malla vial? El despliegue “pedagógico” coincide con el deseo de tapar el desgreño administrativo unido a la corrupción imparable, por el centro, los lados y las esquinas. Nos notificamos de la chifladura, concretarla tomará tiempo y si se insiste en ella veremos cómo oponernos a la amenaza de la funcionaria expresada en el Cabildo: “Yo le digo al Concejo que apruebe la tasa porque desde hoy (agosto 12 del 2014) ya entramos en la preparación de la medida”. Con tristeza, repetimos: ¡Pobre Bogotá!